La última cima

1 junio 2011

(2010). Dirección y guión: Juan Manuel Cotelo. Producción: Manuel de Cominges, Antonio Torres y Javier de Silos. Dirección artística: Raúl E. Recuero.

La breve noticia inicial de la muerte de dos montañeros en el Moncayo se fue ampliando con los nombres y la personalidad de las víctimas: el decano de la Facultad de Teología San Dámaso y una cirujana, profesora en la Universidad Francisco de Vitoria.

Juan Manuel Cotelo, el director, había conocido recientemente a Pablo Domínguez. Dice de él:

Personalidad: “Su alegría, su buen humor y su generosidad, sin condiciones, con quien se pusiera delante. En la breve conversación que tuve con él se puso a mi servicio, directamente. Y no era un cumplido. Luego he sabido que cumplía su palabra, prestando servicios pequeños o grandes a quien fuera. Más tarde descubrí por qué lo hacía: veía a un hijo de Dios, a un hermano, en cada persona.”
Testimonios: “No tenía sentido recurrir a una voz impersonal, en off, pudiendo contar con el testimonio vivo de quienes le conocían bien. Ningún actor es capaz de superar la autenticidad de alguien que no está actuando, sino que se expresa con espontaneidad, desnudándose ante la cámara.”
Juan Manuel Cotelo se fue implicando cada vez más en la investigación y, después de una ardua labor de documentación, daría forma a la obra.
Una historia: “Soy contador de historias. Pero no planifico la historia que voy a contar a continuación, ni me empeño en contar algo si no surge esa historia que me conmueva. A veces las cuento como guionista, otras como director, actor, profesor, productor… Mi objetivo no es hacer muchas películas, ni muchos programas, ni muchos libros, ni dar muchas clases. En realidad, me conformo con contar una sola historia: la que tenga entre manos en cada momento, que no busco, sino que encuentro. Así nació mi primera película, cuando ni siquiera había pensado en dirigir cine. Y así ha surgido La última cima, sin querer conocer ni siquiera a su protagonista. Es lo hermoso de la vida: las sorpresas. Si a eso sumamos que doy prioridad al tiempo y a los esfuerzos que dedico a mi familia que lo que dedico a mi trabajo… me siento muy afortunado.”

Una vida que conmociona: “Me interesé por su faceta montañera, sin más intención que la de saber qué había sucedido en el Moncayo, una montaña fácil para alguien como él, experto en alpinismo. En ese momento estaba centrado en otros proyectos de producción, para cine y televisión, y no pensé que la historia de este cura diera para una película. A medida que supe más cosas sobre él, cambié de planes, porque su vida me conmocionó.”

Una película para todos: “Muchos católicos se sienten identificados con la película y nos la agradecen, pero hubiera sido un error grave hacer una película sólo para creyentes, porque Pablo no establecía ninguna barrera con nadie, pensara como pensase o viviera como viviese. Es una película para todos los públicos, como el Evangelio. Lo demuestra la cantidad de comentarios favorables que firman personas que, para empezar, se declaran abiertamente ateos, agnósticos o indiferentes. A eso se suma que a los católicos les fortalece en su fe y les estimula a una vida más coherente.”

Capacidad de sorpresa: “En todo caso, me permito recomendar la película a quien aún tenga capacidad de sorpresa, de apertura mental y anímica a descubrir lo que aún no se conoce. Sólo con esa actitud abierta e ingenua puede uno disfrutar de cualquier manifestación artística y de la vida misma. Quien ya sepa todo sobre todo… perderá el tiempo viendo esta película y cualquier otra, ya que, al ser vista con prejuicios, tú mismo impides que te pueda aportar algo nuevo, tú mismo impides la comunicación. Y el arte es eso: comunicación de belleza.”

Augusto Fernández

Pistas para la reflexión

1. ¿Qué rasgos de la personalidad de Pablo nos atraen más: humanos, religiosos, profesionales? ¿En qué se asemejan a los de Jesucristo? ¿Y a los de otros sacerdotes que conocemos?
2. ¿Cómo presenta la película el director Juan Manuel Cotelo? ¿En qué estamos de acuerdo? ¿Y disentimos?
3. ¿Cuáles de los testimonios ofrecidos nos parecen más sugerentes? ¿Chirriantes? ¿Qué echamos de menos?
4. ¿Una vida como la de Pablo es lo que necesita la sociedad actual? ¿Por qué? ¿Cómo tendría que ser un sacerdote hoy en día para poder anunciar el evangelio?

 

 

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