Las cuddle party o las fiestas del mimo

1 octubre 2006

Montones de estudios hablan de las nuevas enfermedades de las nuevas generaciones: ataques de pánico, paranoias, miedo, ansiedad. El cariño está devaluado porque no hay tiempo para detenerse en abrazos y mimitos. No hay tiempo, hay que trabajar el doble para vivir y pagar las deudas. Y llegan los terapeutas para hacer la vida un poco más amena: Si todos están solos y hace falta el cariño, ¿por qué no juntarse? ¡Claro que sí! Y así nacieron las Cuddle Party, algo así como la Fiesta del Mimo.

Según la terapeuta Anne-Laure Kokkinos, organizadora de los encuentros en Bélgica, lugar donde acaban de iniciarse, “en una sociedad cada vez más fría e individualista, muchas personas no reciben el nivel necesario de cariño”. El que quiera, puede sacarse un pasaje a Berlín o Ámsterdam, donde ya se festejan los mimitos. Aunque hay que aclarar que, habitualmente, participan un máximo de 18 personas.

Las fiestas del mimo nacieron en los Estados Unidos por ingenio de terapeutas que consideraban que el mundo se tornaba demasiado frío y mucha gente no recibía la cuota de cariño necesaria para soportar el día a día.

Paradójicamente, esta atracción que gana adeptos en los países más desarrollados del mundo, esos que todos envidian porque todo funciona bien, abunda el dinero y entonces suponen que todos tienen que estar felices, nació en Estados Unidos y son frecuentes y multitudinarias en dos sitios de ensueño. El primero, Los Ángeles del Hollywood cinematográfico, donde los finales parecen no ser tan felices, y la California del sol y el surf, donde la atracción turística más importantes volvieron a ser las ejecuciones de Terminator. El segundo, el Nueva York de las tendencias artísticas y los cabaret de Gardel y Sinatra, que empiezan a ser demasiado caros para los solitarios, y el Wall Street donde por un fardo de billetes puedes tener propuestas indecentes y por mala suerte morir atropellado por un avión mientras trabajas en una lujosa oficina. Ahora, las fiestas llegaron a Europa y en Bruselas –justamente la capital comunitaria– son furor.

¿En qué consisten? Los participantes pagan por dar y recibir muestras de cariño que no deben pasarse de la raya.

  • Los participantes se hacen mimos, masajes, caricias. Las reglas impiden las subidas abruptas de temperatura corporal para que el encuentro no termine en un todos contra todos anárquico. Se puede besar con permiso previo.
  • El coste asciende a 15 euros aproximadamente y las sesiones se extienden por dos horas y media. Está permitido acariciar, abrazar, mimar, hacerse masajes y dejarse querer por los extraños, aunque no está permitido el sexo.
  • Entre las reglas de estas fiestas también se incluye un apartado para definir la vestimenta: sólo se puede ir con pijama. No cualquier pijama: no puede ser escotado ni atrevido y debe ser cómodo para que los cariñitos surtan efecto.
  • Otra regla: no puedes quitarte la ropa bajo ningún tipo de concepto.
  1. Están permitidos los besos con consentimiento previo; ante la duda, la respuesta es un no.
  2. No se puede ir con bebidas, pero se puede llegar con almohadas, cojines o ¡peluches! Se incentivan tanto las risas como el llanto, de manera que uno se sienta liberado.
  3. Según indica la organización, la edad de los participantes oscila entre los 25 y 55 años y se intenta que haya el mismo número de hombres y mujeres.

Para hacer

  1. ¿Qué pensamos de esto?
  2. ¿Cómo cultivamos nosotros las manifestaciones de cariño?
  3. ¿Qué otras conclusiones sacamos?

 

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