Las dos vidas de Chus

1 octubre 1999

«Chus» era un chico que vivía a las afue­ras de Barcelona. Iba con la «peña chunga» del pueblo, vacilándole a todo el mundo, quemando contenedores de basura y demás. A pesar de sus greñas, sus pintas y sus com­pañías era un buen estudiante.

Se aproximaba el final de curso y debía buscar una escuela o instituto donde seguir estudiando el bachillerato. Él quería conti­nuar en el instituto de su pueblo, con sus amigos, pero su madre quería que fuera a una escuela privada en Barcelona a estudiar BUP Después de mucho pelear accedió a ir a esa escuela.

La noche antes de que «Chus» tuviera que ir a la nueva escuela, sus amigos le hicieron una fiesta para celebrar que no podría ir más de bronca. Bebieron y fumaron hasta tarde, luego fueron en busca de bulla. El objetivo: dos «pelaos» que había en una plaza. «Chus» y sus amigos se dirigieron hacia ellos y se lia­ron a tortazos. Algunas lecciones de lucha le daban cierta ventaja. Se enzarzó con uno de ellos que acabó, de momento en el suelo, y más tarde en el hospital.

«Chus» estaba orgulloso de lo que había hecho, orgulloso y triste pues no podría re­petirlo en mucho tiempo. Al día siguiente

marchó a aquel colegio dispuesto a partirle la cara a cualquiera que se le pusiera delan­te… Pero al llegar allí se encontró con una gran sorpresa: un montón de chicos y chicas amables, juguetones y simpáticos. Era gente normal que aceptó a «Chus» tal como era, a pesar de sus greñas y de su vestuario.

El primer toque al corazón se lo llevó ju­gando al fútbol. En un salto con varios com­pañeros para despejar una pelota «Chus» ca­yó por tierra. Cuando se levantaba enfurecido para golpear a un contrario, se encontró con el grupo de compañeros que le preguntaron amablemente: «¿Te has hecho daño?». Aquel gesto y aquellas palabras lo desarmaron. Este y otros detalles cambiaron a «Chus».

Un día entró en misa para ver qué era aquello. Había un grupo de chicos y chicas con guitarras y cantando. Eso no era lo que a él le habían enseñado. Él había aprendido que la religión era seriedad y respeto, pero nadie le había dicho que era música y ale­gría.

Hoy «Chus» es monitor de Grupos de Fe, toca la guitarra en misa cada sábado y cuan­do tiene tiempo va al Cottolengo a ayudar en lo que puede y acude a su colegio como a su casa.

 

PARA HACER

1. Leer la historia de este joven. Comunicar después sentimientos, reflexiones. Comentar algunos temas sugeridos: amigos, ambiente, colegio, religión, alegría…

2. ¿Conocéis casos parecidos al de «Chus» de gente cambiada por un buen ambiente?

3. ¿Qué influencia están teniendo en tu vida los ambientes en los que te mueves (de casa, colegio, calle, amigos, diversiones…)? ¿Influyes tú en el ambiente o el ambiente te hace a ti? ¿Dónde y de quiénes has respirado un ambiente y unos valores cristianos?

4. Llevar a cabo alguna experiencia en alguna institución, como el Cottolengo del que habla

«Chus». 5. Hubo otro «Chus», el del Evangelio, que transformó muchas vidas ¿Cómo? Leer Jn. 1,35-51; 4,1­34; Mc. 2,13-17; 15,39; Lc. 19,1-10.

 

JOSÉ SORANDO

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