Letras para orar

1 junio 2002

—Siempre está viva la fe en el corazón de los hombres —dijo el sacerdote al ver la iglesia llena.

Eran obreros del barrio más pobre de Río de Janeiro, reunidos en la noche con un solo objetivo común: la misa de Navidad. Se sintió muy confortado. Con paso digno llegó al centro del altar.

—A, b, c, d¼

Era, al parecer, un niño el que perturbaba la solemnidad del oficio. Los asistentes se volvieron hacia atrás algo molestos.

—A, b, c, d¼

—¡Para! —dijo el cura.

El niño pareció despertarse de un trance. Lanzó una mirada temerosa a su alrededor y su rostro enrojeció de vergüenza.

—¿Qué haces? ¿No ves que perturbas nuestras oraciones?

El niño bajó la cabeza y unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

—¿Dónde está tu madre? –insistió el cura–. ¿No te ha enseñado a seguir la misa?

Con la cabeza baja el niño respondió:

—Perdóneme, padre, pero yo no he aprendido a rezar. He crecido en la calle sin padre ni madre. Hoy como es Navidad tenía necesidad de conversar con Dios. Pero no sé cuál es la lengua que Él comprende, por eso digo sólo las letras que yo sé. He pensado que allá arriba Él podrá tomar esas letras y formar las palabras y frases que le gusten.

El niño se levantó.

—Me voy –dijo–, no quiero molestar a las personas que saben tan bien comunicarse con Dios.

—Ven conmigo —le respondió el sacerdote.

Tomó al niño por la mano y lo condujo al altar. Después se dirigió a los fieles:

—Esta noche antes de la misa vamos a rezar una plegaria especial. Vamos a dejar que Dios escriba lo que Él desea oír. Cada letra corresponderá a un momento del año, en el que lograremos hacer una acción, luchar con coraje para realizar un sueño o decir una oración sin palabras. Y le pediremos que ponga en orden las letras de nuestra vida. Vamos a pedir en nuestro corazón que esas letras le permitan crear las palabras y frases que a Él le agraden.

Con los ojos cerrados, el cura se puso a recitar el alfabeto. Y, a su vez, toda la iglesia repitió:

—A, b, c, d¼

                                         Paulo Coelho

Para hacer

  1. Leer y comentar. ¿Cómo ora el cura? ¿Cómo ora el niño? ¿Cómo oramos nosotros?
  2. Peor el cura es capaz de cambiar… ¿Qué nos haría a nosotros cambiar en la forma de orar?
  3. Orar a partir de cada letra. Ver un ejemplo en la sección de Oración (p. 16) de este mismo número deCuaderno Joven.

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