Pero sobre todo (queridos jóvenes), de una manera o de otra, sean luchadores por el bien común, sean servidores de los pobres, sean protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, capaces de resistir las patologías del individualismo consumista y superficial (ChV 174).
Fue estimulante y alentador el anuncio, hace unos años, de la convocatoria de un sínodo especial dedicado a los jóvenes, a la fe y a la vocación. Muchos acogimos con gran esperanza la invitación del Papa a que toda la Iglesia se pusiera a la escucha de los jóvenes y se dejara interpelar por su situación, sus dificultades y sus anhelos. El proceso sinodal nos ayudó, sin duda, a prestar más atención al protagonismo juvenil en la pastoral eclesial, a escuchar con más atención la voz de adolescentes y jóvenes en los contextos socio-culturales contemporáneos y a articular mejor el acompañamiento y el discernimiento en el caminar junto a ellos.
En la exhortación apostólica post-sinodal Chistus vivit, el Papa nos ha recordado la necesidad de una renovación pastoral que tenga más en cuenta la centralidad de la persona, la escucha atenta de los jóvenes y el discernimiento de los impulsos que ayudan a crecer y a transformar la sociedad. Una Iglesia en salida y sinodal requiere, pues, un nuevo modo de acompañar a los jóvenes haciéndolos protagonistas de sus procesos, impulsando nuevos liderazgos al servicio de los demás y alentando el compromiso transformador que sea capaz de darle la vuelta a la realidad.
Francisco, en su renovación eclesial, pide a los jóvenes que sean protagonistas del cambio social. Que, desde el Evangelio, encuentren respuestas creativas a los desafíos de nuestro mundo (cfr. ChV 174). Las dos encíclicas sociales, Laudato sì y Fratelli tutti, son toda una declaración de intenciones. Un modo nuevo de situarse en el mundo global y en la vorágine de la crisis que nos azota. El cuidado de la casa común y la búsqueda de la fraternidad se convierten en dos ejes de su magisterio y nos sitúan a los cristianos en medio del mundo como una palabra de esperanza para una humanidad abrumada por la incertidumbre y el malestar. Más allá de la política y de los nuevos modelos geoestratégicos, la propuesta de Francisco apunta al corazón del ser humano, a pensar el mundo de otra manera, a implicar a todas las fuerzas de bien en darle la vuelta a la realidad para devolver dignidad a los empobrecidos, a avivar la confianza en la humanidad y amasar un futuro mejor para todos, a superar egoísmos y visiones estrechas de la economía, a replantear las políticas de los poderosos para prestar más atención a la persona y, sobre todo a las más vulnerables. En este proceso, el Papa pide un especial protagonismo a los jóvenes:
En MISIÓN Joven queremos ocuparnos de esta propuesta de Francisco y dedicamos este número de nuestra revista al Protagonismo juvenil y liderazgo. Articulamos nuestra propuesta a través de tres artículos que, desde distintas sensibilidades, afrontan el compromiso de los jóvenes y su capacidad de incidir en la realidad social y política:
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Enric Puiggròs Llavinés, bien conocido por nuestros lectores, reflexiona sobre una nueva pastoral juvenil en torno al concepto de primerear del Papa Francisco, con una propuesta renovadora y atractiva. El artículo lleva por título “Primerear como experiencia pastoral”.
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En el segundo estudio, yo mismo afronto una reflexión en torno al papel de los cristianos en un mundo en crisis, a partir del liderazgo religiosos de Francisco y su magisterio; lo he titulado “Metamorfosis global. Cristianismo, liderazgo y crisis mundial”.
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Manolo Copé Tobaja (HOAC) y Esther Barba Parreño (JOC), reflexionan en su estudio, desde la Doctrina Social de la Iglesia y el Pontificado de Francisco, sobre cómo educar personas creativas y comprometidas en la realidad social: “Educar personas creativas con capacidad de transformación”.
Los estudios que presentamos abren un amplio debate que pueden ayudarnos a seguir pensando una pastoral juvenil que acompaña, escucha y coge el paso de los jóvenes de hoy para que, en una Iglesia comprometida, podamos incidir juntos en la transformación necesaria de un mundo que clama por la libertad, la dignidad y el bien común.
José Miguel Núñez
