«Sólo una Iglesia rica en testigos podrá llevar de nuevo el agua pura del Evangelio a las raíces de Europa» (Papa Francisco).
Con estas palabras se expresaba el Pontífice en la recepción del premio Carlomagno en Roma, en mayo de 2016. El Papa afirmaba con rotundidad su convicción de que la Iglesia tiene todavía mucho que aportar a esta Europa nuestra, vieja y fatigada, pero llena de posibilidades y de futuro. En la construcción de la nueva Europa, los cristianos tenemos algo que decir. Como ciudadanos comprometidos, buscamos el bien común y aportamos, desde el evangelio, una visión humanista de la realidad social en la que primen la defensa de los derechos de las personas, la búsqueda de la dignidad y la igualdad de oportunidades para todos.
Francisco nos ha invitado a situarnos mejor, como Iglesia, en el corazón del mundo contemporáneo. En la línea marcada por el la Gaudium et spes en el Concilio Vaticano II, el Papa nos propone estar cerca de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, en especial de aquellos que más sufren. Ya desde la exhortación apostólica Evangelii gaudium, pero sobre todo con las encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti, Francisco nos ha ayudado a afinar la mirada para percibir mejor la crisis dolorosa en la que estamos instalados y el sufrimiento en el que viven millones de personas en nuestro mundo enfermo. El Papa utiliza dos poderosas imágenes para expresar esto: el hospital de campaña y la casa común. El uno, para expresar la misión prioritaria de una Iglesia llamada a sanar y liberar, ante tanta persona herida y postrada. La segunda para referirse a la urgente necesidad de cuidar la creación.
En Fratelli tutti, el Papa lanza un grito que, ante tanto conflicto y tanta violencia, se hace compromiso por la fraternidad universal y la amistad social. Este es la tarea de una Iglesia, fermento en el mundo, que elige abrazar que golpear, abrir puertas que cerrarlas, abatir muros que levantarlos. El entendimiento y el diálogo, el aprecio de la diferencia y el tender puentes, Nueva Europa. Nueva Iglesia serán el santo y seña de una minoría creativa (como Benedicto XVI se refirió a los cristianos en la Europa del siglo XXI) que, fiel al evangelio, quiere ser sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5).
En esta Europa nuestra, de hondas raíces cristianas, la Iglesia está llamada a seguir siendo portadora de la buena noticia de Jesucristo, para la vida y la esperanza de las personas. Aunque navegue por aguas procelosas y, en ocasiones, sea piedra de escándalo, la comunidad de los seguidores de Jesús quiere permanecer fiel a la causa de su Señor y a la causa de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Aún en la aparente irrelevancia a la que muchos condenan a la institución eclesial, estamos convencidos de que una vuelta al evangelio nos hace bienaventurados y nos devuelve al corazón del mundo, allí donde laten apasionadamente la búsqueda de plenitud y la sed de infinito del ser humano.
Hemos querido reflexionar en nuestra revista MISIÓN , sobre el papel de la Iglesia de Francisco en la nueva Europa. Nuevas espiritualidades, nuevas sensibilidades, nuevos movimientos… se entrecruzan en la realidad eclesial actual y, algunas de ellas, expresando abiertamente claras reticencias ante las reformas de Francisco. Un momento delicado en el que, urgidos por el testimonio y el anuncio, andamos perdidos en luchas intestinas que ofrecen, en no pocos momentos, un espectáculo bochornoso.
Nos hemos querido plantear como situarnos mejor antes la crisis mundial; cómo responder mejor a los retos de la evangelización; cómo aprender de los errores y afrontar los desafíos de un mundo que globaliza la indiferencia y que se parece a un campo de batalla en el que caen, exangües, las víctimas de la violencia, la guerra o el descarte. Creemos que, a punto de cumplirse diez años del pontificado de Francisco, hemos de seguir poniendo en valor su magisterio y apoyando sus reformas. Presentamos pues, los siguientes estudios:
- El profesor Gustavo Cavagnari, de la Universidad Pontificia Salesiana, nos propone una reflexión sobre la crisis del cristianismo en Europa y las direcciones pastorales que pueden entreverse para el futuro de la fe católica, en un artículo titulado “Una misión de fuego”.
- Pablo D’Ors, fundador de Amigos del desierto, reflexiona sobre la espiritualidad como única salida a la crisis que nos asola en la Iglesia y en el mundo, en su artículo “La espiritualidad es la respuesta”.
- Yo mismo, José Miguel Núñez, reflexiono sobre la situación de la Iglesia en Europa, las reacciones ante el pontificado de Francisco y los desafíos pastorales que se detectan en la proliferación de nuevas sensibilidades y movimientos pastorales en mi artículo “Navegando en la tormenta”.
Este número de abril cuenta con un invitado de excepción. El exministro y exdiputado del Parlamento Europeo Don Ramón Jáuregui ha escrito para nuestra revista un magnífico artículo sobre las nuevas generaciones de jóvenes y el compromiso europeo. Lleva por título “Ser europeos y hacer Europa”. Es un honor contar con el actual presidente de la Fundación Euroamérica en MISIÓN . Desde aquí nuestro más sincero agradecimiento.
José Miguel Núñez
