Psicología de una ‘ola’

1 octubre 2005

Desde su nacimiento en el Mundial de México de 1986, el fenómeno de la ola se ha extendido por todo el planeta. Hoy todavía es muy frecuente observar a miles de personas comportándose como un inmenso y coreografiado rebaño humano, al imitar las ondulaciones del mar en los estadios deportivos. ¿Pero cuál es el secreto de este curioso comportamiento de masas? Un equipo de investigadores húngaros ha analizado por primera vez la psicología colectiva de una ola.

El físico Tamas Vicsek y sus colaboradores de la Universidad de Budapest decidieron explorar este fenómeno porque representaba, según sus propias palabras, el ejemplo más sencillo de «un comportamiento espontáneo y reproducible de una multitud con un nivel de coherencia y un grado de cooperación sorprendentemente alto». Por este motivo, en su opinión, las olas que surgen en los estadios constituyen una oportunidad científica idónea para estudiar los factores que pueden desencadenar un comportamiento mecánico de masa en una colectividad humana.

El ego colectivo

Evidentemente, las olas son acciones lúdicas e inofensivas, pero Vicsek y sus colegas las perciben como un modelo para estudiar un tipo de comportamiento que en ocasiones puede resultar enormemente destructivo, si las intenciones de una multitud son agresivas o violentas. El propio Freud ya advirtió en algunos de sus escritos sobre el potencial explosivo de una muchedumbre enfurecida en la que todos los individuos actúan al unísono con un mismo ego colectivo, con frecuencia capitaneados por un seductor líder carismático.

Los investigadores húngaros, que publicaron los resultados de su trabajo en la revista Nature(2002), estudiaron las imágenes televisadas de 14 olas en diversos estadios de fútbol que tenían una capacidad de al menos 50.000 personas. Para explorar el origen y la propagación de una ola humana, utilizaron un modelo matemático similar al que se ha utilizado en otros estudios para analizar ciertos fenómenos físicos que los científicos denominan medios excitables, como por ejemplo las contracciones del tejido cardiaco, la expansión del fuego en un bosque, o las olas reales del océano.

Desde la óptica de este modelo, los espectadores de un estadio se analizaron como unidades excitables que podían ser activadas por un estímulo externo: en este caso, un grupo de espectadores vecinos que se levantaban con los brazos en alto para intentar iniciar una ola. Una vez que la ola comenzaba, cada «unidad» –es decir, cada espectador– seguía una serie de pautas internas al mecanismo de la ola, pasando por fases activas (levantándose con los brazos en alto) o bien refractarias (quedándose quieto en su asiento), antes de volver a un estado inicial de excitabilidad potencial.

La «masa crítica»

Tras aplicar este modelo a las grabaciones de 14 olas, los investigadores llegaron a las siguientes conclusiones.

  • La evidencia analizada sugiere que se necesita una «masa crítica» compuesta por aproximadamente 25 personas para iniciar una ola con éxito.
  • La probabilidad de que surja una ola es mucho mayor cuando el público no está ni demasiado aburrido ni demasiado excitado con lo que está ocurriendo en el terreno de juego. En general, por lo tanto, cuantos más bostezos está provocando un partido entre los espectadores, más se incrementan las probabilidades de que un grupo de ellos intente animar un poco al personal con una ola.
  • En cuanto al tamaño de este fenómeno, el grosor de una ola suele ser de entre seis y doce metros (una media de 15 asientos), y su velocidad suele ser de aproximadamente 12 metros (o 20 asientos) por segundo.

Los investigadores han concluido que su modelo podría servir para comprender mejor los acontecimientos sociales en los que participan grandes multitudes, y quizás a controlarlos con mayor eficacia: «En los incidentes callejeros violentos vinculados a manifestaciones o eventos deportivos, es fundamental comprender las condiciones en las que algunos grupos pequeños pueden hacerse con el control de una multitud, y cómo puede extenderse esta perturbación».

 Para hacer

  1. Esta noticia aparecía en El Mundo el 24 de septiembre de 2002. Los científicos han analizado este fenómeno en los estadios deportivos como un modelo para comprender el comportamiento de masas. Aplicar los resultados a nuestro comportamiento como jóvenes.
  2. Medio centenar de obispos españoles hicieron la ola en la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia (agosto de 2005). ¿Qué nos parece?

 

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