¡PUERTAS ABIERTAS AL SALVADOR DEL MUNDO!

1 noviembre 2011

Señor, repaso mi historia personal

y descubro cuán parecida es a la del posadero…

Hace más de dos mil años, él no quiso saber de ti,

hoy, en pleno siglo XXI, yo sigo dándote largas…

 

Él miró por la ventana y te invitó a seguir tu camino;

yo ojeo por la mirilla y, por si acaso, marco el 091.

Él comprobó que la pobreza era tu seña de identidad;

yo verifico que tus papeles no están demasiado claros.

Él no quería, por tu culpa, perder clientela;

yo no deseo, ya tengo bastantes, meterme en problemas.

Él te informó de una cueva, de un pesebre, de un chamizo;

yo sigo echando balones fuera: las instituciones, los gobernantes, tus curas…

 

Señor, en este Adviento de 2011

quiero convertir mi hogar en tu posada “cinco estrellas”

mi vida en tu morada perfecta, mi corazón en tu refugio ideal.

Fuera candados de intolerancia, fuera cerraduras de incomprensión…

 

Al emigrante que viene de lejos… ¡Puertas abiertas!

Al vecino que ha perdido su empleo… ¡Puertas abiertas!

Al la anciana que vive sola… ¡Puertas abiertas!

Al enfermo que sufre en silencio… ¡Puertas abiertas!

A la mujer que ha perdido un ser querido… ¡Puertas abiertas!

Al compañero que no tiene amigos… ¡Puertas abiertas!…

 

(Propósito de Adviento. La lista es personal e intransferible.

Sólo tú puedes poner rostro y nombre al Salvador del mundo

que está a punto de llegar…)

 

Señor, no más excusas, no más disculpas…

Este año “okuparás” (no habrá denuncia, te lo aseguro) mi hogar;

Este año escogerás (y no te arrepentirás) mi vida;

Este año nacerás (ya tocaba, ya lo necesitaba) en mi corazón.

 

J. M. de Palazuelo

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