Recetas del Señor

1 marzo 2004

Fui a la clínica del Señor, a hacerme una revisión de rutina,

y constaté que estaba enfermo:
– Cuando Jesús me tomó la presión, vi que estaba baja de ternura.

– Al medirme la temperatura, el termómetro registró 40 grados de egoísmo.
– Hizo un electrocardiograma y el diagnóstico fue que necesitaba

varios by-pass de amor porque mis venas estaban bloqueadas de soledad

y no abastecían mi corazón vacío.
– Pasé a ortopedia, ya que no podía caminar al lado de mi  hermano,

y tampoco podía abrazarlo porque me había fracturado un brazo y una pierna

al tropezar con mi vanidad.
– También me encontró miopía: ya no podía ver más allá

de las cosas negativas de mi prójimo.
– Cuando me quejé de sordera, Jesús me diagnosticó

que había dejado de escuchar su voz cada día.

Por esto Jesús me ha dado hoy una consulta gratuita

y, gracias a su gran misericordia, prometo que al salir de esta clínica

tomaré solamente los medicamentos naturales que me recetó a través de su verdad:
– Al levantarme, tomaré un vaso de agradecimiento.
– Al llegar al trabajo, una cucharada sopera de paz.
– Cada hora, un comprimido de paciencia
y una copa de humildad,
– Al llegar a casa, voy a tener diariamente una inyección de amor.
– Al irme a acostar, dos cápsulas de conciencia tranquila.

Gracias, Señor, por hacer de mí una mejor persona cada día.

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