Ser joven, ser único

1 noviembre 2003

Hablar de jóvenes y ado­lescentes significa ha­blar de un período de la vida en el que se está asen­tando lapersonalidad y configurándose el adulto en el que todos nos convertimos. La adolescencia es esa época lle­na de convulsiones, de sor­presas, de contradicciones, en la que, a los cambios físi­cos, se unen también cambios mentales y de estados de áni­mo. Época de afianzamiento de uno mismo, pero también de dudas, de crisis de identi­dad. Es fácil, si no se tiene un sentido claro de la realidad, dejarse llevar por las modas, las tendencias, la imitación de aquellos comportamientos y personas a las que se ad­mira… Y es también fácil ca­er en las trampas que muchos tejen en tomo a un mundo tan vulnerable, y a la vez tan ri­co en matices, como el de los jóvenes y adolescentes: con­sumistas, dispuestos a acep­tar patrones nuevos, aunque rompan moldes, a veces in­seguros… Así, se convierten en el objetivo prioritario de mu­chos sectores que ven en ellos ese consumidor fiel a sus pro­ductos: marcas de ropa y de calzado, videojuegos, teléfo­nos móviles, determinados accesorios…
En muchas ocasiones, seguir las tendencias de la moda provoca males mayores que no se están teniendo en conside­ración cuando se promocionan determinados productos o imágenes. El caso más repre­sentativo, desgraciadamente, por peligroso y, cada vez más, frecuente, es el de la anorexia, que afecta a numerosos ado­lescentes, especialmente chi­cas. Esa obsesión por perder peso, a la que en nada ayuda la imagen de determinadas modelos o la forma en la que la industria de la moda juve­nil promociona su ropa.

Como Defensor del Menor, quiero animar a todos los adolescentes y jóvenes a que sean capaces de descubrir y aceptar su singularidad, sea cual sea, a sentirse bien consigo mismos, en todos los sentidos, aunque su imagen no respon­da estrictamente a los patrones que ellos consideran im­prescindibles para obtener el éxito. Sencillamente porque esos patrones pueden no ser los adecuados: el éxito o el fra­caso personal o social no se pe­san en una báscula, sino a tra­vés de múltiples factores que afectan a la personalidad, la in­teligencia, los sentimientos…

Tampoco tiene nada que ver el éxito con el consumo de al­cohol, de tabaco o de otro ti­po de sustancias que ayudan a modificar los estados de áni­mo, a creer que uno es capaz de hacer más y mejores cosas, como las drogas de diseño, las pastillas, el hachís, etc. Lejos de eso, lo único que con­siguen es afectar seriamente, a medio y largo plazo, la sa­lud de los que los consumen, generar inseguridad e impe­dir un adecuado desarrollo de la personalidad. (…)

Estos comporta­mientos no se asocien únicamen­te a determinadas formas de diversión, pero algunos hábitos de ocio que se han extendido entre los jóve­nes, ayudan a ello. ¿Por qué tantos jóvenes sólo parecen dis­frutar de noche? Quizá sea el momento de recuperar y aprender a disfrutar de otro ti­po de ocio: la naturaleza o las excursiones, por ejemplo, ayu­dan a descubrir las maravillas de vivir también de día, des­cubriendo nuevos entornos, haciendo ejercicio físico, res­pirando aire puro, no satura­do de humos y espacios ce­rrados…

Hay también actividades cul­turales que pueden resultar al­tamente gratificantes. Conciertos musicales de muy distintos es­tilos; películas de cine, inclu­so de video, que pueden ver­se en casa, en compañía de amigos; representaciones tea­trales, no sólo para asistir como espectador sino también, si se tiene cierta vocación, co­mo parte activa de las mismas; la lectura, aspecto básico en la formación de la persona a to­dos los niveles y que puede resultar altamente satisfacto­ria por cuanto nos introduce en otros mundos, nos ilustra, nos entretiene.

No podemos olvidarnos del deporte, actividad que realizan muchos adolescentes y jóve­nes y que no deberíamos de­jar de hacer en ningún mo­mento de nuestra vida. (…) Cualquier modali­dad es válida para realizar una actividad que proporciona, sin duda, un gran bienestar, físico y mental.

Últimamente se está exten­diendo entre los jóvenes una actividad que les entusiasma, que tiene cada vez más adep­tos y que llena su tiempo libre a la vez que resulta muy útil y gratificante: las acciones de voluntariado so­cial. Ayudar a los demás es, quizá, una de las cosas que más pueden satisfacernos co­mo personas y no requiere más que la voluntad de dedicarle parte de nuestro tiempo libre. El resultado, desde luego, compensa con mucho las ex­pectativas.

Quiero animar a los adoles­centes y jóvenes que aún no lo hayan hecho a que descu­bran todas estas posibilidades, con una mentalidad abierta y receptiva, que disfruten de ellas, que las compartan y… que repitan.

(Porque…) ser ado­lescente permite vivir una eta­pa singular, llena de contra­dicciones, pero siempre apa­sionante.

Pedro Núñez Morgades
Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid

Supergesto, mayo 2003

También te puede interesar…