Siempre los jóvenes

1 julio 1998

  • Estos días he conocido tres encuestas sobre la juventud de Europa occiden­tal. A ver si adivináis: ¿Quiénes son los más borrachines? ¿Los españoles? Pues no. ¡Las danesas y los daneses! En Dinamarca, el 67% de las chicas y el 65% de los chicos se han embriaga­do un par de veces o más durante el año, mientras los españoles están a la cola, con el 21% para los jóvenes y el 19 para las jóvenes.
  • ¿Serán los jóvenes del Sur los más vio­lentos? Pues tampoco; son los del Norte: Alemania, 86%; Austria, 72, y Dinamarca, 65. En cuanto a España, un estudio de campo en Madrid afirma que el porcentaje de actos violentos de los jóvenes no es mayor que el de los adultos.
  • Comparando dos encuestas, varía muy poco el número de cristianos no practi­cantes, del 57 al 54%; practicantes, del 19 al 21, y de no creyentes, donde hay más variación, entre el 13 y el 23.
  • Podría parecer que no tiene importan­cia el bajo índice de práctica religiosa,

pero una fe que no se confiesa ni com­parte es como un cuerpo que no se ali­menta ni respira, que termina por enfermar y morir. Acaso esta distancia de la Iglesia y de su Magisterio podría ser la causa del preocupante número de partidarios del aborto libre (62%), y de la eutanasia (69).

Como se ve, hay de todo entre los jóvenes. Pero todos tienen un tesoro en común, su misma juventud, «Ju­ventud, divino tesoro», como dijo el poeta, no sólo para ellos, sino para la sociedad. De ellos depende construir un mundo mejor, más justo, solidario y fraternal.

Los jóvenes cristianos bien pueden decir especialmente que tienen un tesoro divino, la fuerza del Espíritu, para anunciar a Cristo entre los jóve­nes, formando una familia de herma­nos, todos hijos del Padre y herederos del Reino.

Alberto Iniesta

PARA HACER

  1. Alberto Iniesta escribía estas notas hace menos de un año (11-11-97) en una de sus cartas de «Vida Nueva». En esta ocasión se refería a los jóvenes. Hacemos nuestras sus opinio­nes a la vez que manifestamos nuestro agradecimiento a su labor en la Iglesia, ahora que ha pasado a formar parte de los obispos eméritos. ¿Qué nos llama la atención de lo que dice?.
  2. ¿Son los jóvenes ahora un «divino tesoro»? ¿Lo son para sí mismos? ¿Lo son para la socie­dad?
  3. Los jóvenes cristianos anunciarán a Jesús entre los jóvenes de ahora con el lenguaje y métodos de ahora. ¿Cómo vamos en eso?

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