¿Todavía tienes capacidad de admiración?

1 septiembre 2001

El tema es fundamental para examinar al comienzo de un nuevo curso. Sin admiración, ni se motiva ni se produce un verdadero aprendizaje significativo. Además, este testo es sólo de imágenes, para responder con tan solo mirar. Una vez elegidos los dibujos que más admiran, que más llaman la atención y gustan a cada uno, basta con seguir las indicaciones señaladas en la «corrección e interpretación» del test para ver si todavía tenemos capacidad de admiración.

 

 Corrección e Interpretación

 

¡ Mayoría de A: Sin admiración

Te resulta cada vez más difícil encontrar alguna cosa que aún logre sorprenderte. Te guías y sólo admiras, más que nada, los estereotipos que sugieren los medios de comunicación, como si la misma admiración fuera impuesta por la moda. Has de pensar más con tu propia cabeza, dejando espacio a las sensaciones, centrándote en cuanto debería centrar tu atención: un abrazo, un saludo inesperado, la disponibilidad de un amigo. He ahí las cosas, sencillas y reales, que tendrían que maravillarte.

 

¡ Mayoría de B: ¿Admiración o angustia?

Todavía eres capaz de admiración, pero nace más que nada de preocupación. Tu atención y tus sentimientos son despertados por situaciones que imaginas pueden ser un peligro para quienes estimas. Esta forma de admiración no es constructiva y acentúa tus pensamiento lúgubres. Es justo que no se vea todo de color de rosa, ¿pero no te parece que exageras? Admirarse es un don; no lo transformes en angustia.

 

¡ Mayoría de C: Vives con «la boca abierta»

En los últimos años, admirarse es casi una obligación que hay que provocar: resulta normal, por ejemplo, tanto encontrar personas con tatuajes por todas partes o llenas de piercing, como personas excéntricas tanto en el vestido como en el comportamiento. Esta tendencia está embotando la sensibilidad y muchos ya no se admiran o extrañan ante nada. Sin embargo, tú todavía eres capaz de acoger la belleza de los gestos más sencillos, pero sinceros, y cotidianos. Conservas esa pizca de inocencia que te permite gozar de la normalidad y mirar cuanto acontece con ojos siempre nuevos.

 

M.T. Brot, Dimensioni Nuove 7 (2001), 11.

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