Plegaria al comenzar un nuevo curso
Señor, al comenzar este nuevo curso
te pido que me regales un nuevo reloj…
No, no, ni digital ni a pilas ni a cuerda,
quiero uno muy especial, quiero tu reloj.
Un reloj que no marque las horas que me quedan
ni los días que faltan para el fin de semana…
Un reloj que marque solo y exclusivamente
segundos, instantes, oportunidades para hacer el bien.
Un reloj que se pare cuando alguien entre en apuros,
que se adelante para ver las necesidades del otro
y que se atrase para pedir perdón…
¿Un reloj de pulsera o de pared? No; mucho mejor; de corazón.
Un reloj en cuyos números aparezcan nombres:
Carlos, Consuelo, Pedro, Yoli, Beatriz…
Nombres y más nombres de amigos, de compañeros,
de hermanos que Tú, Señor, cada día pones en mi camino.
Un reloj cuyas agujas acaricien, abracen, sirvan,
ayuden, perdonen, escuchen, compartan…
y en cuya esfera aparezca tu rostro de Padre
y de amigo y de compañero de clase, de juegos o de botellón.
Un reloj con un gran despertador
que despierte mi conciencia y mi indiferencia,
y que me recuerde levantarme cuando me caiga
y ponerme en camino cuando me detenga.
Un reloj con cronómetro incorporado,
no para estresarme, angustiarme o deprimirme,
sino para aprovechar a tope cada día que Tú me regalas,
cada segundo que Tú conviertes en un nuevo reto, en una nueva oportunidad.
Señor, al comenzar este nuevo curso
me pongo mi nuevo reloj… ¡Tu reloj!
Bendice cada una de las horas, minutos y segundos
que voy a pasar, codo con codo y corazón con corazón, a tu lado
J.M. de Palazuelo
PD: A lo largo de este curso, cuando en tu vida se haga de noche y cuando los problemas oscurezcan tu corazón, no olvides pulsar la luz…. Recuerda: “Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras sino que tendrá la luz de la vida.”