Señor, no tengo a nadie que me introduzca en el estanque cuando se mueve el agua (Jn 5,7)
Hace más de dos mil años en Jerusalén, concretamente en el estanque de Betesda, asistimos a un desgraciado acontecimiento: un paralítico llevaba más de 38 años inválido porque nadie le introducía en el estanque… Veintiún siglos después esta escena se sigue repitiendo en nuestros ambientes…
Amiga, amigo, en el estanque de Betesda o en la piscina de tu barrio, en la playa a la que acudes todos los veranos o en el riachuelo del pueblo de tus abuelos, en el lago de tu comunidad autónoma o en el parque acuático al que sueles ir con tus amigos… existen personas enfermas, tristes, apáticas, intolerantes, rencorosas, aburridas…Hace más de dos mil años Jesús curó al paralítico; hoy, este verano, el Señor te envía para que te conviertas “en su aguadilla” para tantísimas personas que te necesitan…
Aguadilla de alegría para el que se siente triste, decaído, deprimido.
Aguadilla de creatividad apasionada para el que todos los veranos acude al mismo destino de siempre: al del aburrimiento.
Aguadilla de amistad para el que, desde hace muchos años, veranea consigo mismo.
Aguadilla de fe para el que ha dejado de creer en sí mismo, en el hombre, en la vida, en Dios.
Aguadilla de valentía para el que no se atreve a meterse de lleno en el corazón del hermano.
Aguadilla de solidaridad para el que todos los veranos (y los inviernos) anhela lo mismo: no, no un crucero de
15 días o una estancia de un mes en un hotel de la costa, sino simplemente una mano amiga.
Aguadilla de escucha para el que, en la playa o en la montaña, en su país o en el extranjero, busca desesperada e inútilmente alguien que le preste un poco de atención.
Aguadilla de perdón para el que viaja todos los veranos con la misma maleta de todos los años: la del rencor.
Aguadilla de amor auténtico para el que aprovecha los veranos para abastecerse de amores de segunda, de amores de garrafón y, tras las vacaciones, su corazón queda vacío, agotado, deprimido…
Aguadilla de Dios para…
Amiga, amigo, te toca poner nombre y rostro; este verano Dios te ha elegido para ser su aguadilla, su empujón, su mano amiga… Ahí fuera hay personas que te esperan, hermanos que siguen teniendo paralizados sus corazones porque nadie se percata de su presencia, nadie les echa una mano…
J. M. de Palazuelo
*AGUADILLA (AHOGADILLA): Zambullida que se da a alguien, en broma, manteniendo sumergida su cabeza durante unos instantes.