En las calles de Roma hay 537 edícole: pequeñas construcciones, a modo de templete o de vitrina, que protegen de las inclemencias del tiempo a las imágenes de “Madonnele” (virgencitas) que contienen. Las imágenes están pintadas o esculpidas en pequeños tabernáculos como altarcitos, apoyados en fachadas y paredes de muchos edificios y que dan a la calle.
Para conocer bien una ciudad, no basta con conocer los monumentos más importantes, sino otras muchas cosillas como esta: las “Madonnas” de la calle, testimonio del sentimiento religioso y del gusto artístico popular. Yo visitado 404 de las 537.
Roma entera es un santuario mariano. En ellas se da mucha información sobre la vida y los siglos pasados. Recuerdan un evento, son ángulos de encuentro, son expresiones espontáneas del pueblo.
- Ya en el mundo pagano había algo similar, pequeños altarcitos en honor a divinidades: compita larum. El cristianismo hizo suyo este hecho cambiando el contenido.
- En el siglo IV d. C. se calcula que había 423 “edicole” dedicadas a los “lari” (dioses).
- En 1872, poco antes de que finalizaran los Estados Pontificios, Luigi Pianciani pide que se quiten de las paredes de las calles y edificios todas las imágenes ya que ofendían la libertad de conciencia. Se distribuyeron a los romanos pequeñas tarjetas para que dieran su opinión. No fue adelante tal petición y proyecto.
- En 1853 se catalogaron un total de 2.739, de las que 1.421 eran marianas.
- En 1939 quedó la sexta parte. Se incrementará de nuevo el sentimiento popular a raíz del Año Mariano de 1954.
Muchas edícolas tienen el nombre escrito, otras no, pero se les puede distinguir por algún signo como la serpiente, la media luna, las doce estrellas (este es el caso de las Inmaculadas). Son ricas en ángeles, querubines… Suelen portar ángeles, querubines, nubes, rayos al estilo barroco y muy a lo Berniniano. Están hechas en dibujo rectangular y muchas en medallones. Y suelen tener lamparitas, flores y muchos exvotos, que era un modo de hacer pública una gracia recibida.
Todas ellas están o bien pintadas sobre la misma pared o en una tela o tabla, o bien esculpidas en mármol o moldeadas en estuco, terracota, cerámica o para protegerlas mejor de la intemperie en mosaico. Algunas están deterioradas por las lluvias, vientos y soles.
La mayoría están iluminadas de diversos modos, con farolillos, velitas de luz eléctrica y al natural; en siglos anteriores se iluminaban con candelas y lamparitas de aceite… En la via de San Stefano Rotondo hay todavía un epígrafe que dice: “Una limosna para el aceite de la Madonna”. Cuando no había llegado la luz eléctrica, esas candelas, además de signo de devoción, eran luz que orientaba al viandante. También ahora los rostros iluminados de María pueden ayudarnos a no perdernos por los caminos de la vida.
“Madonnele” de Roma
Toda Roma rebosa
sabor mariano;
en cada esquina,
la imagen de María.
Paredes de palacios,
rincones y ángulos
con los rostros de la Madre
pintados, de terracota
mármol o mosaico.
Con luces y flores,
ángeles, querubines,
nubes y exvotos
gritan lo popular.
Saludo del caminante
a la Reina y Señora;
saludo del ángel,
Ave María, Salve Reina
y Madre Inmaculada,
del Rosario, Dolorosa,
Salve, Ave María, Madre.
José Miguel Burgui