Que Pablo escribiera a los gálatas que en Cristo no hay ni judío ni griego equivalía a una auténtica subversión en el ámbito étnico-religioso, porque por el hecho de pertenecer a un pueblo elegido, el judío era privilegiado sobre el pagano
(Papa Francisco, Audiencia general 8 septiembre 2021)
No cabe duda de que en la cultura contemporánea, las sociedades libres y democráticas, han avanzado notablemente en el ámbito de la igualdad de derechos entre todos los seres humanos. La cultura occidental, aún con sus límites, ha conquistado una conciencia clara de la fundamental igualdad de sus ciudadanos ante la ley, las oportunidades o la necesidad de una vida digna. En la mayoría de los casos, es creciente la convicción entre la ciudadanía, de que nadie puede ser discriminado en razón de su credo, su condición sexual, del color de su piel o del estrato social del que proviene.
Pero este profundo cambio social de las últimas décadas deja también al descubierto algunos límites. Por poner solo algunos ejemplos, seguimos constatando desigualdades sociales que siguen acrecentando la brecha entre ricos y pobres; no siempre están garantizados los derechos de los más vulnerables y sigue habiendo una enorme dificultad para la acogida y la integración social de personas provenientes de otras culturas y contextos; en ocasiones, aunque iguales ante la ley, la igualdad de oportunidades no es real entre hombres y mujeres; sigue habiendo entre nosotros colectivos de personas que provocan rechazo en buena parte de la población y son discriminadas por su condición sexual, su cultura o su religión. Es preocupante, además, ciertos discursos de odio que vienen asumidos por determinadas franjas de población joven y que son jaleadas desde algunas opciones políticas con discursos extremos y populistas.
En definitiva, creemos que hay mucho todavía que caminar hacia una verdadera igualdad real entre las personas, sobre todo cuando hablamos de justicia social, de derechos fundamentales y de igualdad de oportunidades. Desde la antropología cristiana, desde el mismo concepto religioso de creación, los seres humanos hemos sido creados libres e iguales, con la misma dignidad: la de ser hijos de Dios. Jesús el Cristo ha inaugurado un orden nuevo en el que vienen definitivamente superadas todas la barreras que impiden a las personas vivir plenamente y con dignidad. Por eso, los cristianos seguimos comprometidos en la lucha por la justicia y la consecución de derechos y libertades; por la defensa de las personas que ven vulnerada – por cualquier causa – su condición de seres humanos; en la búsqueda de sociedad con más oportunidades para todos y que protege, sobre todo, a los más vulnerables.
Este compromiso nos lleva, como agentes de pastoral, a seguir educando en igualdad a los jóvenes que acompañamos. Nuestra revista MISIÓN Joven, ha querido dedicar el número de octubre a reflexionar sobre Jóvenes e igualdad. Proponemos tres artículos que nos ayudan a declinar el tema desde diversos ángulos:
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Desde una perspectiva sociológica, la investigadora Ariana Pérez-Coutado, socióloga de la Fundación Santa María, nos propone su reflexión con el artículo que ha titulado “La educación en igualdad de género y su valor para la Generación Z”.
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La profesora María José Schultz, de la Universidad Cardenal Silva Henríquez (Santiago de Chile), nos ofrece su contribución desde la óptica de la revelación cristiana con un artículo titulado “La emoción de saberse iguales. Aportaciones desde la Revelación cristiana”.
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Finalmente, la politóloga Pilar Mª Blasco, desde su experiencia de trabajo en el acompañamiento educativo de los jóvenes, reflexiona en “Educar en la igualdad” sobre los compromisos y actitudes de los agentes de pastoral ante estos desafíos.
Nos parece que estamos ante un tema de enorme interés para nuestra pastoral juvenil y lo afrontamos con el deseo de arrojar luz sobre la praxis, comprometidos con el evangelio. Queremos así, desde nuestra Iglesia, contribuir al avance de sociedades verdaderamente libres que educan a sus ciudadanos en el compromiso por la igualdad en todas sus derivadas, haciendo de nuestro mundo un lugar mejor y con más oportunidades para todos.
José Miguel Núñez
