Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14a)
- Dios se hace emigrante y pone, a duras penas, su cayuco en tierra firme, entre nosotros, los que venimos de lejos.
- Dios se hace vecino y pone su lugar de residencia en el 3º C o en el 5º A o en el 4º B, entre nosotros, los que vivimos en el mismo bloque.
- Dios se hace transeúnte y pone su albergue entre nosotros, lo que hacemos cola todos los días en el comedor de Cáritas.
- Dios se hace estudiante y pone su pupitre entre nosotros, los que asistimos al mismo instituto.
- Dios se hace mujer maltratada y pone su piso de acogida entre nosotras, las que vivimos entre el miedo y el servicio de urgencias.
- Dios se hace niño y pone su cuna entre nosotros, lo que aun conservamos la inocencia y la dulzura de los más pequeños.
- Dios se hace anciano y pone su nuevo hogar entre nosotros, los que vivimos en la residencia de ancianos o en la casa de los hijos.
- Dios se hace independiente y pone su piso entre nosotros, los que nos dejamos la nómina, las vacaciones y el coche de nuestros sueños en la dichosa hipoteca.
- Dios se hace obrero y pone su taller entre nosotros, los que todos los días no nos queda más remedio, y gracias, de ponernos el mono del trabajo.
- Dios se hace médico y pone su hospital de campaña entre nosotros, lo que vivimos amedrentados por el dolor de la enfermedad.
- Dios se hace joven y pone su zona de copas entre nosotros, los que quedamos todos los fines de semana para hacer botellón.
- Dios se hace voluntario y pone su segunda casa entre nosotros, los que dedicamos una parte de nuestro tiempo ayudando a los más pobres.
- Dios se hace hermano y pone su hogar entre nosotros, los que compartimos mesa, sobremesa y fregadero todos los días del año.
- Dios se hace necesitado y pone su piso de protección entre nosotros, los que vivimos en la periferia de la ciudad.
- Dios se hace parroquiano y pone su lugar de oración y celebración entre nosotros, los que nos sentimos Iglesia.
- Dios se hace deportista y pone su cancha entre nosotros, los que nos juntamos una vez por semana para jugar un partido con los amigos.
- Dios se hace de la pandilla y pone su peña entre nosotros, los que nos reunimos para tomar unas cervezas y “echar unas risas.”
- Dios se hace “lector empedernido de las ofertas de empleo” y pone su currículo entre nosotros, los que todas las mañanas nos pateamos el polígono industrial.
- Dios se hace manifestante y pone su voz entre nosotros, los que todavía pensamos que otro mundo es posible.
- Dios se hace maestro y pone su cátedra en la última fila, entre nosotros, los que necesitamos que nos den “un empujón.”
José María Escudero