“…Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios
y se anuncia el evangelio a los pobres” (Lc 7, 22)
¡Mirad, escuchad! Un mundo de hermanos anuncia la inminente llegada del Reino de Dios. Y esto es lo que no veréis y sí veréis.
NO VERÉIS… | SÍ VERÉIS |
No veréis nunca más a un niño morirse de hambre, ni a un anciano fallecer en la más absoluta soledad… | Veréis, en cambio, a todos los niños del mundo disfrutando de su juego favorito: el de ser niños, y a los ancianos pasar sus últimos años inmensamente felices rodeados por la atención y el cariño de los suyos. |
No veréis nunca más una patera desvalijada a la orilla de una playa, ni veréis a miles de seres humanos miserablemente empobrecidos por la espantosa e injusta deuda externa… | Veréis, en cambio, a hermanos de todas las razas, colores y “sabores” convivir como una gran familia, con sus pequeñas rencillas, ¡cómo no! pero sin llegar jamás a las manos. Y veréis, más bien estudiaréis, en los libros de historia hechos macabros del pasado como la famosa deuda externa, para que no se repitan nunca jamás. |
No veréis nunca más personas abatidas por una bomba, por un fusil, por una guerra estúpida, motivada también por motivos estúpidos, ni veréis personas adictas al juego, al sexo, a la droga porque se han cansado de vivir… | Veréis, en cambio, personas viajando de aquí para allí, deseosas de conocer otras personas, otras culturas, otras religiones, y veréis seres humanos ilusionados por vivir a tope, por probar nuevas experiencias que les ayuden a ser más auténticos, más felices, más personas.
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No veréis nunca más a personas haciendo cola en las oficinas de empleo, ni veréis a una mujer temerosa por las palizas de su marido… | Veréis, en cambio, crecer entre vosotros un mundo de iguales en cuanto a oportunidades (ya no habrá más portazos en las narices o venga usted mañana o lo siento así son las normas) y veréis cómo la llama del amor de una pareja puede hacerse incombustible. |
En fin, ya no veréis nunca más un mundo donde la indiferencia separe a unos de otros, y no volveréis a ver un mundo que ha guardado con cerrojo en el baúl de los recuerdos al Dios de la Vida y del Amor… | Veréis, en cambio, un mundo de hermanos, donde todos nos preocupemos de todos, y donde las únicas diferencias se solventen en las Olimpiadas del Amor (a celebrar, no cada cuatro años, sino que siempre que dos seres humanos lo deseen) y veréis al fin con vuestros propios ojos un mundo protegido, arropado y liderado por un Dios que se muere de ganas porque alguno, ¿tal vez, tú? empiece por construir algo de lo anteriormente citado… y acerque de esta manera un poquito más el Reino de Dios a la vida del hombre. |
José María Escudero