Hablar de jóvenes y adolescentes significa hablar de un período de la vida en el que se está asentando lapersonalidad y configurándose el adulto en el que todos nos convertimos. La adolescencia es esa época llena de convulsiones, de sorpresas, de contradicciones, en la que, a los cambios físicos, se unen también cambios mentales y de estados de ánimo. Época de afianzamiento de uno mismo, pero también de dudas, de crisis de identidad. Es fácil, si no se tiene un sentido claro de la realidad, dejarse llevar por las modas, las tendencias, la imitación de aquellos comportamientos y personas a las que se admira… Y es también fácil caer en las trampas que muchos tejen en tomo a un mundo tan vulnerable, y a la vez tan rico en matices, como el de los jóvenes y adolescentes: consumistas, dispuestos a aceptar patrones nuevos, aunque rompan moldes, a veces inseguros… Así, se convierten en el objetivo prioritario de muchos sectores que ven en ellos ese consumidor fiel a sus productos: marcas de ropa y de calzado, videojuegos, teléfonos móviles, determinados accesorios…
En muchas ocasiones, seguir las tendencias de la moda provoca males mayores que no se están teniendo en consideración cuando se promocionan determinados productos o imágenes. El caso más representativo, desgraciadamente, por peligroso y, cada vez más, frecuente, es el de la anorexia, que afecta a numerosos adolescentes, especialmente chicas. Esa obsesión por perder peso, a la que en nada ayuda la imagen de determinadas modelos o la forma en la que la industria de la moda juvenil promociona su ropa.
Como Defensor del Menor, quiero animar a todos los adolescentes y jóvenes a que sean capaces de descubrir y aceptar su singularidad, sea cual sea, a sentirse bien consigo mismos, en todos los sentidos, aunque su imagen no responda estrictamente a los patrones que ellos consideran imprescindibles para obtener el éxito. Sencillamente porque esos patrones pueden no ser los adecuados: el éxito o el fracaso personal o social no se pesan en una báscula, sino a través de múltiples factores que afectan a la personalidad, la inteligencia, los sentimientos…
Tampoco tiene nada que ver el éxito con el consumo de alcohol, de tabaco o de otro tipo de sustancias que ayudan a modificar los estados de ánimo, a creer que uno es capaz de hacer más y mejores cosas, como las drogas de diseño, las pastillas, el hachís, etc. Lejos de eso, lo único que consiguen es afectar seriamente, a medio y largo plazo, la salud de los que los consumen, generar inseguridad e impedir un adecuado desarrollo de la personalidad. (…)
Estos comportamientos no se asocien únicamente a determinadas formas de diversión, pero algunos hábitos de ocio que se han extendido entre los jóvenes, ayudan a ello. ¿Por qué tantos jóvenes sólo parecen disfrutar de noche? Quizá sea el momento de recuperar y aprender a disfrutar de otro tipo de ocio: la naturaleza o las excursiones, por ejemplo, ayudan a descubrir las maravillas de vivir también de día, descubriendo nuevos entornos, haciendo ejercicio físico, respirando aire puro, no saturado de humos y espacios cerrados…
Hay también actividades culturales que pueden resultar altamente gratificantes. Conciertos musicales de muy distintos estilos; películas de cine, incluso de video, que pueden verse en casa, en compañía de amigos; representaciones teatrales, no sólo para asistir como espectador sino también, si se tiene cierta vocación, como parte activa de las mismas; la lectura, aspecto básico en la formación de la persona a todos los niveles y que puede resultar altamente satisfactoria por cuanto nos introduce en otros mundos, nos ilustra, nos entretiene.
No podemos olvidarnos del deporte, actividad que realizan muchos adolescentes y jóvenes y que no deberíamos dejar de hacer en ningún momento de nuestra vida. (…) Cualquier modalidad es válida para realizar una actividad que proporciona, sin duda, un gran bienestar, físico y mental.
Últimamente se está extendiendo entre los jóvenes una actividad que les entusiasma, que tiene cada vez más adeptos y que llena su tiempo libre a la vez que resulta muy útil y gratificante: las acciones de voluntariado social. Ayudar a los demás es, quizá, una de las cosas que más pueden satisfacernos como personas y no requiere más que la voluntad de dedicarle parte de nuestro tiempo libre. El resultado, desde luego, compensa con mucho las expectativas.
Quiero animar a los adolescentes y jóvenes que aún no lo hayan hecho a que descubran todas estas posibilidades, con una mentalidad abierta y receptiva, que disfruten de ellas, que las compartan y… que repitan.
(Porque…) ser adolescente permite vivir una etapa singular, llena de contradicciones, pero siempre apasionante.
Pedro Núñez Morgades
Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid
Supergesto, mayo 2003