Hasta la cripta de los antiguos duques de Medina Sidonia, oculta bajo el palacio de Doñana, llegó un desconocido y penetrante olor. Habituados a percibir los aromas montaraces de las dunas, el matorral y la marisma, despertaron de su sueño de 400 años y se irguieron al unísono, saliendo al exterior cuando el cielo era una hoguera apagada, donde crepitaban los rescoldos de las estrellas.
Los duques, ella doña Ana de Silva y Mendoza, que diera nombre al afamado coto, habíanse recluido en el palacio que mandaran levantar en los confines de sus dominios, para enterrar la amargura de sus vidas rotas. Con ingrávido paso surcaron la marisma en dirección al extraño hedor, más intenso a medida que se acercaban. Al llegar al caño Guadiamar, la luz de plata de la luna les mostró el origen de la tufarada: el caño y todo su entorno bajaban tintados de lodos negros y malolientes.
-Desde que bajo mi mando se perdió en infausto día la Armada invencible, no había visto un desastre semejante -se escandalizó el duque.
–Corroboro lo dicho -apuntó una grave voz a su espalda. Era el rey tartésico Argantonio, recargado de joyas y de siglos-. Sólo recuerdo una avenida semejante cuando se desbordó el Guadalquivir y sepultó nuestra bella capital de Tartessos, que andaba por aquí cerca.
-¡La Atlántida!, ¿no es cierto? -inquirió curiosa la duquesa.
-Cierto, que yo pude palpar los restos de aquella catástrofe cuando recalé aquí en una
de las estadías de mi famosa odisea. Pero aquella riada era de agua, no de barros fétidos -y quien hablaba así era el gran viajero Ulises.
-Huelen con tal vigor que he tenido que interrumpir el retrato que estaba pintando y venir a ver de qué se trataba -apuntó el recién llegado.
-Y me habéis dejado a medio dibujar, señor Goya –dijo la duquesa de Alba, procurando tapar su cuerpo de seda con una sábana.
-¿Se podrá hacer algo? -la voz de doña Ana derramaba desesperanza.
En ese momento, una refulgente figura pareció brotar desde el horizonte y avanzar como flotando sobre el sueño. Todos los presentes quedaron admirados al reconocer a la Virgen del Rocío. Se dirigió a ellos y les habló muy suavemente, con ademán afligido.
Llevo mucho tiempo viendo cómo los hombres vienen sometiendo a las marismas a su capricho. Antes llegaba franca hasta Sevilla. Después la han acotado, sembrado y cuarteado una y otra vez. Y ahora, esto. Así que he resuelto dirigirme a los hombres y pedirles que no vuelvan a citarme en sus coplas como la Reina de las Marismas. Que no me canten más, porque Yo no puedo reinar sobre el egoísmo y la destrucción.
Y se alejó de nuevo, hasta que su albo manto se fundió en la negrura de la noche, y los personajes de la Historia de Doñana dejaron el lugar y regresaron tristes a la frialdad de su descanso eterno.
BORJA CARDELUS
PARA HACER
- Este texto, que hemos llamado parábola, fue publicado en «El Mundo» (20.5.98) se refiere al hecho de que toneladas de residuos tóxicos invadieran en la primavera de 1998 ;parte del parque de Doñana, el mejor espacio natural de Europa, al derrumbarse una presa cercana de la mina Boliden. La figuración de la parábola es preciosa: los personajes de la historia que pisaron aquellas tierras son testigos del desastre, salen del sepulcro y manifiestan sus opiniones. Situar a cada personaje dentro de la historia y ampliar su posible opinión.
- ¿Qué nos parece la intervención de la Virgen del Rocío? ¿Cuál sería hoy el auténtico milagro ecológico y de quien depende? ¿En qué medida depende de cada uno?
- Imaginar que la Virgen se aparece en otros lugares o circunstancias y deja su mensaje: a los políticos, a los empresarios, a los obispos, a…
- Unir este texto a la propuesta y a la imagen y poema de las cuatro páginas siguientes y trabajar con ellos conjuntamente.