Adolescentes no mapulados

1 septiembre 1997

[vc_row][vc_column][vc_column_text]La buena vida, de David Trueba, una historia de amor y soledad protagonizada por dos desconocidos de 15 y 17 años, está arrasando entre los adolescentes. Y es que el director del filme hace apenas diez años era uno de ellos y no ha tenido tiempo de olvidar esa etapa en la que todo sucede por primera vez. A pesar de su juventud, es uno de los guionistas de más éxito (Amo tu cama rica, Los peores años de nues­tra vida, Two much).

 

– Mucha gente me dice: ¿Cómo es posible que te acuerdes de aquello? Pienso, sin embargo, que lo difícil es olvidarlo. La adolescencia es una época de transición donde todo te sucede por primera vez y eso te marca mucho. Es muy du­ra porque estás insatisfecho con tu físico, con tu familia, con tus sentimientos, con todo lo que te rodea Sólo quieres ser mayor cuanto antes o volver a ser niño. Todo se vive de una manera excesiva; cualquier cosa te la tomas muy a pe­cho. Sólo a esa edad es posible meterte en la cama tres días porque te has enamorado terri­blemente de una chica. Mis recuerdos son bo­nitos y por eso tengo gran afecto a la adoles­cencia, aunque tampoco la mitificaría.

– La película está dedicada a esos adolescen­tes mayoritarios a los que hacen sentirse muy minoritarios. A esa edad no tienen ningún in­terés en hacerse entender por los mayores: ni siquiera hablan con ellos… Hay algo que me molesta especialmente y es lo preocupados que están los de 40 y 50 años por los adoles­centes; les hacen programas especiales, su­plementos exclusivos, análisis sociológicos y clasificaciones de libro… Se creen que todos los adolescentes tienen que ser como los de Mañas en las Historias del Kronen y no todos son así. Lo malo es que los tíos de 15 años que no son como dicen que hay que ser se preocupan y se ven forzados a parecerse lo más posible al modelo. No critico a Mañas si­no a quienes se apoyan en él para hacer el patrón que les da la gana. Me cabrea que me­

tan en un molde al adolescente que bebe li­tronas y lleva el pendiente en la oreja. Y creo que a ellos les cabrea mucho más que a mí.

– Los adolescentes dan dinero, claro que sí. El dinero se lo dan sus padres, pero eso no les hace sentirse condicionados económicamen­te. Van al cine, compran discos y bebidas ba­ratas; no paran de gastar. Lo único que no compran son libros, pero en mi generación ya no leía nadie. Yo tengo un amigo futbolista que, como lee un poco, le llaman El místico. Sin embargo, son los que más van al cine. Las últimas películas que están funcionando, tanto aquí como en el resto de Europa o en Estados Unidos, van dirigidas al público que ronda los 15 años, como por ejemplo Transpotting. Es el marketing del Tentaciones, el suplemento de los viernes de El País, que entra descarada­mente a la captura del menor.

– Por eso me cabrea tanto que haya gente es­pecializada en manipular adolescentes y que sean, precisamente, tíos de 40 para arriba. To­can el silbato y todos se visten como Kurt Co­bain y les gusta lo que ellos deciden que les tiene que gustar. Por eso, siempre que puedo, intento boicotear el estilo de Tentaciones del mismo modo que ellos boicotean a todo aquél que no lleva el pelo verde y un pendiente en la nariz. La realidad pone las cosas en su sitio, porque al final, lo que gusta a los jóvenes, se­gún todas las encuestas, son las canciones de Rosana y las películas donde aparece Emma Suárez, de lo cual me alegro.

 

PARA HACER

  1. Estas declaraciones fueron hechas recientemente en la revista «Tiempo» porDavid Truebaa la perio­dista Nativel Preciado. ¿En qué estamos de acuerdo con ellas y en qué no?
  2. Películas, marcas, revistas… ¿Cuáles son las manipulaciones a las que los adultos someten a los adolescentes? ¿Qué hacer ante ello?

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