Han pasado 30 años desde aquel mayo florido francés, cuando no existía ninguno de los jóvenes actuales. En el 68 se pedía la imaginación al poder y se hacía la revolución en la calle armando barricadas con los adoquines debajo de los cuales decían que se encontraba la playa. En el 98, los que pedían imaginación al poder y decían que «prohibido prohibir» están en el poder sin imaginación, mandan desde los consejos de administración y han convertido la revolución en una nostalgia del pasado (debajo de los adoquines están ahora la especulación y el dinerito de las comisiones). Así es la vida.
Hace diez años, en el 88, comparamos en estas mismas páginas las frases que adornaron en el mayo francés las paredes de París en el 68 con las frases publicitarias que alimentaban los sueños de los posmodernos y navegantes de la movida del 88. Diez años antes, en el 78, los jóvenes estaban alborotados con los cambios que se avecinaron de repente y, ante las frustraciones iniciales, comenzaron a florecer los pasotas, de los que se hablaba mucho por entonces. De entonces acá, los jóvenes pasaron por la movida y fonda, se quedaron instalados en casa de los padres y buscaron la libertad aparente en los circuitos urbanos de diversión y desfogue. ¿Qué pasa ahora? Ahí están los jóvenes, divididos y fragmentados, solidarios unos, solitarios otros, buscando sentido todos en el laberinto de final de siglo.
¿Sirvió para algo aquel mayo florido del 68? Si duda. ¿Qué queda después de 30 años? Algunos sociólogos han retratado a los jóvenes de entonces (Lucía González y Javier Mestro) y a los de ahora (Josune Aguinaga y Domingo Comas). Esto es lo que dicen que éramos y somos:
- Tal como éramos (68)
- Rupturistas
- Innovadores
- Abiertos a las vanguardias
- Solidarios y camaradas
- Sensibilizados socialmente
- Iconoclastas
- Contestatarios
- Internacionalistas
- Autoritarios y libertarios
- No dependientes
- Transgresores
- Críticos
Tal como somos (98)
- Deportistas
- Pragmáticos
- Competitivos
- Sociables
- Estudiantes
- Conciencia ecológica
- Consumistas
- Igualitarios en relación al género
- Poco religiosos
- Dependientes económicamente
- Muy televisivos y poco lectores
- Controladores
Así fueron y así son si así nos parece. En todo caso, ¿qué hicimos y qué hacemos? ¿Qué vemos ahora y qué podemos hacer? Estas preguntas y estas realidades exigen respuestas. Como educadores, muchos de los cuales fueron testigos de aquel mayo florido o al menos bebieron de sus vientos mediáticos en los años posteriores, habrá que dejar de mirar al pasado para, partiendo de lo que ahora viven, mirar al futuro y adivinar -haciéndolo realidad ya desde ahora- lo que los jóvenes pueden ser… en el 2008 y en el 2018 y en el 2088. O sea, creadores de futuro.