¡Qué vida la mía! En algunos momentos siento el CampoBosco como si fuera ayer y en otros parece que ha pasado muchísimo tiempo…
Atrás han quedado las reflexiones, las vivencias compartidas, los compromisos, el Campobús, los selfies… ya casi no me acuerdo de todos los lugares que compartimos… el grupo de WhatsApp de nuestro grupo tiene cada vez menos vida… mi rutina este curso me está aplastando… ¿Queda algo de todo aquello?
Ya he empezado en el Centro Juvenil. Tuvimos la reunión de programación. Los líos de siempre vuelven… los grupitos… los piques entre nosotros… tener que comerme todos los marrones… que mi compañera se escaquee de todo… el niño repelente que casi no aguanto… ¿Y el CampoBosco, me está sirviendo de algo?
Es difícil de explicar… pero según te estoy contando esto siento una emoción extraña en mi interior. Un impulso que me incita a decirte una sola cosa: ¡Claro que sí! ¡Queda mucho de lo vivido en el CampoBosco en mí! ¡Y me está sirviendo este curso!
Todo lo vivido en este encuentro en el verano ha llegado a ser parte de mí. Sin la reflexión hecha no soy yo, no puedo deshacerme de ella. Sin los compromisos que me marqué no soy yo, aún sabiendo que abandonaré algunos, intentaré pocos y alcanzaré los menos. Sin mi grupo y sus historias y chistes no soy yo, porque siempre que piense en el CampoBosco veré sus caras en mi mente y me reiré solo por la calle al recordar las chorradas que hacíamos todos juntos. Y es que… ¡el CampoBosco es ahora parte de mí!
La fuerza que me saca del sofá para bajar a darme al Centro Juvenil viene de mi interior –de lo vivido en el CampoBosco-, la pasión que pongo en animar a ese chaval que lo está pasando mal viene de mi interior –de lo vivido en el CampoBosco-, la relación que he empezado a mantener con el Señor viene de mi interior –de lo vivido en el CampoBosco-, mi opción por los jóvenes viene de mi interior –de lo vivido en el CampoBosco-…
Y tú… ¿Queda algo de tu CampoBosco en ti?
Iván Poza Maldonado