Estas Navidades requieren:
Personas-pastores
que, a pesar
de que no cuenten o estén mal
vistos a los ojos de “las personas
de bien,” tengan las agallas
necesarias, superando el conformismo,
las dudas o el riesgo al fracaso,
de ponerse en camino, pase lo que pase.
Personas-estrellas
que iluminen,
que estén siempre presentes
en las encrucijadas de los caminos,
prestos y dispuestos a dar
claridad y consuelo
Personas-ángeles
que comuniquen
las grandes noticias de cada día,
no los chismorreos y las peroratas que,
en el 90 por ciento de los casos,
se utilizan para hablar mal del otro.
Personas-bueyes o mulas
que den calor,
que, aunque no posean títulos o
suelan meter la pata al hablar en público,
estén siempre en el lugar exacto,
arropando, alentando, dando amor…
Personas-pañales
sí, me habéis oído bien,personas que limpien, que sanen,
que hagan su trabajo callado
y poco visto y que después se retiren.
Personas-pesebres que estén siempre dispuestos a ofrecer lo mucho o lo poco que tengan. Que sus corazones estén de par en par, abiertos a cualquiera
que necesite entrar en ellos.
Personas-magos que se dejen contagiar por la magia de Dios y estén siempre dispuestos a abrir sus cofres, y ofrecer lo más valioso que poseen: amor a raudales.
Personas-bebés
que durante
estas Navidades se conviertan en niños, indefensos y necesitados, transparentes y limpios,
para que sientan en sus
propias carnes como
el Dios-Bebé
que viene al mundo va a
requerir, y mucho,
de nuestra ayuda.
José María Escudero