Claves para entender a María

1 mayo 1997

[vc_row][vc_column][vc_column_text]A lo largo de la historia, María ha sido vista desde diversas y variadas perspectivas. Así se ha ido formando una figura que atraviesa los tiempos y nos ha llegado con muchos rostros distintos. Hoy queremos recordar algunas de esas imágenes y profundizar en las claves que dieron sentido a su vida para hacerlas nues­tras y vivir como ella vivió.

  1. Es joven.Se nos ha presentado a María como una mujer mayor. En realidad era una jo­ven (podía tener quince años cuando nació Je­sús, según la costumbre de la época), que vivió como joven. Pronto asumió su responsabilidad de ser Madre. Y fue capaz de llevarla delante con entereza. También eso es ser joven hoy.
  2. Conoce la historia de su pueblo.María era una joven judía, desposada (que no casada) con José. Si acepta que Dios llegue a Ella y se haga cuerpo en sus entrañas, es porque cono­ce la entraña de su pueblo: un pueblo en que Dios ha estado presente a lo largo de la historia Es más: espera, como esperaba todo judío, que Dios llegara a ellos de nuevo. Por eso le es más fácil decir sí cuando la oscuridad y la duda pa­recen llenar de noche el futuro. Y al fin amanece la luz. También nosotros, para ser nosotros, te­nemos que conocer nuestras raíces, profundi­zar en nuestra historia colectiva y personal, ser capaces de llegar hasta el fondo para conocer y aceptar lo que nos sucede y hacer que suceda lo que esperamos.
  3. Está atenta a las preocupaciones de su gente.María canta a Dios en el Magnificat porque se ha puesto del lado de los pobres, de los desfavorecidos, de los que no tienen nombre ni figura, de los que están al margen (marginados). Y reconoce que en ella eso se va a hacer más realidad: Dios se ha fijado en ella porque es pobre. O sea, porque comparte preocupaciones e ilusiones, porque vive con los demás y para los demás… «Ser joven hoy es sentir la necesidad de los demás», concretó un alumno de este Centro en una clase de reli­gión.
  4. Escucha la Palabra.Es lo de antes, pero más amplio: escuchar las necesidades de los demás y atenderlas. Eso es lo que hace María: va a visitar a su prima Isabel, que va a tener un niño; está atenta en las bodas de Caná y dice que falta el vino; acompaña a Jesús, en la dis­tancia, cuando Él anuncia el Reino, y perma­nece de pie ante la Cruz, como símbolo de la Iglesia que nace; acompaña a los discípulos que se reúnen cuando descubren a Jesús re­sucitado… Sabe leer la vida con los ojos del corazón. Eso mismo, no otra cosa, es ser jo­ven hoy.
  5. Se pone en camino.María no permanece estancada. Sale de casa para servir -y escu­char- a otros. Guarda las cosas en el corazón mientras deja crecer a Jesús -y le ayuda a ello­- «en gracia, sabiduría y amor». Cuando Éste crece, ella le escucha y cambia: es la que cum­ple la voluntad de Dios. Y lo hace cada día. En cada momento, en cada acontecimiento, está dispuesta a emprender nuevos caminos, a acep­tar la gracia que sorprende, a ver -de nuevo- con los ojos del amor que abre nuevos caminos de acción. Por eso dice ¡sí!. Un sí que hace nuevo cada día. Por eso es joven: descubre la vida cada día, se levanta con esperanza, sonríe a la vida y cree en el futuro para transformar el pre­sente. Toda una tarea para realizar… cada día de la vida. Y hoy.

Reproducimos y hacemos nuestro este editorial firmado por Mercedes Manuel García y apa­recido en la revista colegial San José del Parque de Madrid (mayo, 1996). Estaba dirigido a jóve­nes y en jóvenes pensamos cuando lo reproducimos aquí. Véase también en la última página una muestra de cómo dar sentido y traducir a la realidad actual lo que en otro tiempo tuvo más popularidad.

Cuaderno Joven

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