Al comenzar una actividad (encuentro, convivencia, campamento…) se puede llevar a cabo esta dinámica a partir de la parábola que el animador irá contando. |
(Se coloca al grupo en círculo; el animador, desde el centro, lee la parábola mientras dirige la dinámica)
Jesús, al igual que hace más de dos mil años convocara a los doce, hoy, aquí y ahora, nos ha llamado a todos nosotros (sí, sí, también a ti, que no te ha quedado más remedio que venir) para una misión sumamente importante…
Jesús, al igual que hace más de dos mil años diera poder a sus discípulos para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades, hoy, aquí y ahora, nos ha capacitado a nosotros para expulsar toda clase de aburrimiento, apatía y tristeza, y para curar el odio, la indiferencia y la intolerancia que, tan a menudo, enferman nuestros corazones…
Y lo más importante: hoy, aquí y ahora, Jesús nos dice:
(El animador deposita una mochila en el centro de la sala)
–No llevéis durante (esta reunión, este día, estas convivencias, este campamento…) ni móvil (Se deja un tiempo para que cada joven apague su teléfono y lo deposite en el interior de la mochila), ni reproductores de música (Se irá repitiendo la misma operación), ni maquinitas (…), ni bolsos o carteras (…), ni… (El animador, que conoce a sus jóvenes,, irá citando aquellos objetos que posean y que puedan ser motivo de distracción)
Una vez que habéis aligerado vuestro equipaje, cargad vuestros corazones con las alegrías, las penas, los sueños, los proyectos, las inquietudes, las dolencias… de vuestros hermanos (El animador les invita a que formen parejas y que uno de ellos haga de caballo y otro de jinete).
Ahora, caminad juntos anunciando el evangelio y curando enfermedades… Para ello, formad parejas y elegid una frase evangélica que os identifique. (Lo hacen) Y ahora, cada uno, con su compañero a cuestas, anunciad a los demás lo que habéis elegido. (Se deja unos minutos para que cada joven con su compañero a cuestas –se irán intercambiando– den un paseo por el patio, por un parque cercano, por las demás habitaciones o, si no es posible, por la misma sala de reuniones. Una vez que regresen de nuevo a la sala de reuniones, la comparten con el resto del grupo… Asimismo cada joven deberá escuchar un problema –una enfermedad– que tenga su compañero y se comprometerá a sanarle o, al menos, a mitigar el sufrimiento a base de escucha, cercanía y mucho amor).
José María Escudero