¿Por qué se comportan así? ¿Qué les pasa? Chicos y chicas que piden como regalo de su 15º cumpleaños agujerearse el ombligo o la lengua, que se pasan horas apáticos frente al televisor y sólo reviven si les suena el móvil, que se enfrentan a la mínima a padres y a profesores, y se están haciendo mayores pasándose de la raya con demasiada frecuencia.
Al meter en una coctelera los últimos estudios publicados sobre los adolescentes españoles obtenemos un bebedizo difícil de tragar: el retrato de unos individuos que han crecido con todos los derechos, que disponen de más medios, información y posibilidades que nunca y que, sin embargo, no todos pero sí bastantes, se comportan como tiranos, inmaduros, consumistas, algo más que gamberros, no valoran es esfuerzo ni soportan la contradicción y coquetean más que nunca con el tabaco, el alcohol y otras drogas. Educadores, sociólogos y psicólogos coinciden en señalar que la forma de comportarse de los teenagers de ahora mismo es fruto de esta sociedad tecnológica, individualista y consumista. Muchos de ellos crecen muy solos porque sus padres tienen toda la jornada ocupada por el trabajo, y se están educando sin apenas límites ni pautas porque estamos en un proceso de cambio social sin precedentes y además son bombardeados por una publicidad brutal.
La familia
La familia sigue siendo para los adolescentes lo más importante, pero en el 43 % de los hogares españoles hay broncas, desconfianza y preocupación, y los padres no saben cómo manejarlos.
Muchos padres, como reacción a su infancia en un contexto represivo, han preferido ser padres en exceso permisivos. «Se ha pasado del autoritarismo a dejarles hacer lo que quieran por temor a frustrarlos, hasta llegar al actual vacío de normas».
El caso es que a partir de los 12 o 13 años puede resultar difícil vivir con los propios hijos. Se vuelven quejicas, apenas colaboran, se encierran horas en su cuarto, pelean sin tregua para prolongar la hora de llegada y mienten impunemente para hacer lo que les apetece.
La pandilla
Los amigos son un punto de referencia vital. Lo que más les importa es lo que tiene que ver con el grupo. Fuera de esa burbuja, muchos chicos apenas se interesan por nada.
Los adolescentes muestran poca conciencia social. Para la mayoría, su principal meta es saber qué van a hacer el fin de semana, y el resto del mundo apenas les inquieta.
A los padres les preocupa mucho que la pandilla con las que salen sus hijos y con la que pasan el 97 % de su tiempo libre sea la adecuada pues en ella aprenden a desenvolverse socialmente y surgen los primeros enamoramientos. Las relaciones entre chicos y chicas son muy igualitarias, y las relaciones sexuales, muy liberales. Los adolescentes españoles tienen la primera relación sexual a los 16,5 años de media pero, aunque disponen de mucha información sexual, no son muy responsables.
Tecnología
La mayoría dispone de teléfono móvil, ordenador personal, cadena de música y televisión en su propia casa. Esta sociedad promueve conductas adictivas y el uso que hacen los adolescentes de la tecnología es una de ellas. Pasan una media de 12 horas a la semana hablando por teléfono, comienzan a usar Internet con regularidad, Les encantan los chats y el Messenger, un programa de conversación a varias bandas. También la tele y los videojujegos están entre sus actividades preferidas. Y se atiborran de publicidad: les bombardean constantemente con mensajes donde todo se consigue sin esfuerzo. No sólo acuden cada vez más a la tecnología sino que lo hacen sin media y sin criterio. Eso propicia el individualismo, la falta de imaginación, la incultura, la dependencia y la adicción.
La imagen
El aspecto personal adquiere una importancia desmesurada. Se comparan con el tipo perfecto de los medios de comunicación y, aunque sostienen que no les afecta, son muy vulnerables. No es extraño que se sientan frustrados, que no les guste su cuerpo, que se depriman.
Intentan adoptar un estilo propio y hasta un lenguaje diferente donde los tacos tienen gran protagonismo. A veces el tipo de ropa que eligen o el empeño en lucir piercings, tatuajes y abusar de los tintes de pelo son motivos de conflicto familiar, pero no hacen sino seguir la moda.
Consumo
Los adolescentes de hoy lo tienen todo. Disfrutan de ventajas desconocidas para generaciones anteriores, pero quieren más. La fiebre del consumismo es un rasgo de los que más preocupan a sus padres, que opinan que tienen «demasiadas cosas». A la vuelta de la esquina les aguarda una realidad dura, con trabajos precarios y viviendas pro las nubes.
Nota: Extractado de El País Semanal (2.3.03). Ver propuestas en las secciones Tema e Imagen del Cuaderno joven de noviembre pasado.