Padre nuestro que estás en el cielo con tu Hijo y con el Espíritu:
Envía tu Espíritu Santo que nos enseñe a santificar tu nombre,
a reconocer tu santidad.
Haz que actúe la energía de tu Espíritu para que vaya llegando tu reinado paternal.
Danos un espíritu generoso,
la fuerza del Espíritu que nos capacite para cumplir tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día y del mañana: tu pan consagrado, porque es el Espíritu el que da vida Un 6,63).
Envía tu espíritu del perdón que perdone nuestras ofensas como nosotros, inspirados por Él, perdonamos a los que nos ofenden.
En la prueba, en nuestro desierto, confórtanos con tu Espíritu
para que no sucumbamos.
Que tu Espíritu poderoso se enfrente y venza en mí al espíritu del mal.
Padre nuestro que estás en medio de millones de niños hambrientos.
Santificado sea tu nombre
en los pobres y en los humildes.
Venga a nosotros tu reino
de ternura, de amor, de fraternidad.
Hágase tu voluntad
que es liberación y evangelio para proclamar a todo el mundo.
Danos hoy nuestro pan de cada día: el pan de la casa, de la paz,
del saber, del trabajo,
de la salud, de tu Palabra.
Perdónanos, Señor,
por olvidar a nuestros hermanos.
Líbranos del mal
y de la tentación de pensar sólo en nosotros mismos. Amén.
INFANCIA MISIONERA 1999
LUIS ALONSO SCHOEKEL