Cuando formas parte de algo, muchas veces es más complicado definirlo. ¿No os ha pasado nunca que os cuesta explicar qué es ser animador, cómo es vuestro centro juvenil o por qué estás ahí metido todos los fines de semana?
He sido animadora en un centro juvenil salesiano desde los 18 años, y como cualquier otra animadora, he escuchado, como no, lo del “ estilo salesiano” más de una vez. Hace poco empecé a trabajar en otra entidad social que también trabaja con niños y adolescentes. Coincidió que otra chica del mismo centro juvenil empezó, tiempo después, a trabajar allí también. Una compañera, al preguntarle sobre ella, me dijo: “Me recuerda mucho a ti: el mismo estilo.”
Y yo me dije: “¿El mismo ESTILO?”. Yo era consciente de lo diferente que soy de mi compañera, pero había algo en nuestra forma de hacer las cosas que se veía similar. Y que hacía que los demás se dieran cuenta de que teníamos algo que nos hacía diferentes.
Quizá sea la forma de cuidar el ambiente, de dinamizar los grupos, de acoger y trabajar con cada personita. Quizá sean las horas de patio que se nos notan, que sabemos estar, cuidar, compartir, ayudar… Quizá sea que lo intentamos hacer con una sonrisa, con un buen rollo, con un buen humor que heredamos de don Bosco. Y que tenemos claro el objetivo: hacer de los jóvenes, “honrados ciudadanos”, descubriendo y fomentando todo lo bueno que sabemos que ellos tienen y pueden ofrecer. Quizá sea el llegar al otro desde lo sencillo, desde esa “palabrita al oído”.
Me alegra que fuera de nuestro ambiente también seamos capaces de manifestar de donde venimos, con lo que hemos crecido y los valores que nos han enseñado.
Que sí, que hablar del estilo salesiano no es nuevo, ya nos lo sabemos, lo tenemos aprendido pero, ¡Eh! ¡Que se nos note, también!
María Quiroga Villamil / Centro Xuvenil Ateibo, Lugo