Debilidad de Dios
Queremos tener fuerza, poder,
influencia para acabar con tanto dolor,
tanta injusticia, tanta muerte;
pero somos abatidos
por los vientos y las brisas
por la noche y sus tinieblas,
por el miedo y la distancia.
Queremos
alumbrar esperanza,
soñamos con un mundo mejor,
deseamos abatir a los poderosos,
derrotar nuestro egoísmo,
y no tenemos fuerza
para alzar la voz,
para ser y compartir,
para no consumirnos,
para derramarnos.
¡Nos hace falta la fuerza de tu debilidad,
buen Dios nuestro!
La fuerza de un Niño necesitado,
que se deja alumbrar, querer, abrazar,
alimentar, moldear.
La debilidad de tu Palabra
para hacerla verdad en nuestra vida.
Fuerza y debilidad.
Fragilidad y profecía.
Noche, y sin embargo
cada día vuelve a amanecer.
La Palabra se hizo carne…
Tú en carne, en debilidad,
como uno cualquiera.
La trascendencia condensada
hasta asumir con gozo la inmanencia,
transmitiendo a todo el universo
la definitiva luz de su transparencia.
(Leonardo Boff).
Misterio diáfano
y oculto de la Encarnación.
El ser humano no se deifica:
Dios es el que se funde
con la materia, con lo humano,
se revela en la más profunda,
en la más plena e intensa humanidad.
Seremos más divinos
cuanto más nos humanicemos.
Sed perfectos
Sed perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto.
Mejor, vamos a traducir:
sed misericordiosos, sed buenos,
sed compasivos y tiernos
como vuestra Madre,
que tiene entrañas de misericordia.
La debilidad de Dios
es mucho más potente
que las bombas inteligentes,
que las bombas de racimo,
que los misiles teledirigidos.
Cuando somos débiles,
entonces sí que somos fuertes.
Escogidos por Dios
para humillar a los fuertes,
a los prepotentes, a los poderosos,
a los violentos, a los sabios.
Partir de cero, con nuevos valores:
los de una encarnación
en la sencillez de vida,
la fragilidad, la cercanía,
la comprensión,
la contemplación, la justicia,
la palabra, la denuncia,
el compromiso, el abrazo,
la fiesta junto a los que tiene otro color,
otra cultura, otra oración,
el gozo inefable de la fraternidad.
Para dar a luz una nueva humanidad,
un nuevo mundo deseado, necesario, posible.
Miguel Ángel Mesa