Iglesia, una más en la pandilla

1 noviembre 2003

A principios de mayo, miles de jóvenes congregados en Madrid recibían entre gritos de «el Papa es joven» a Juan Pablo II, de 83 años de edad. Esto no es nada. Estos mismos jóvenes aseguran que la Iglesia, una institución con siglos de antigüedad, es una más en la pandilla. Y en Jerez hay alguien que se siente especialmente feliz por ello. Ése es Antonio Bernal Verdugo, párroco de Santa Ana, el mismo que recientemente ha sido testigo del sacramento de la confirmación de un grupo de jóvenes que pertenecen a este templo jerezano. Hasta aquí no hay nada raro. Lo que ocurre es que estos jóvenes se niegan a abandonar la Iglesia; vamos que compaginan estudios, amigos, novio y fines de semana con las labores parroquiales que desempeña Antonio Bernal en Santa Ana sin recibir nada a cambio. Bueno, nada material.

Este año, en Jerez han recibido el sacramento de la confirmación aproximadamente 420 jóvenes de edades comprendidas entre los 16 y los 20 años. En total, han sido una quincena de parroquias de la Diócesis de Jerez las que han formado a este medio millar aproximado de jerezanos durante los años previos a la imposición de las manos. Y tras recibir el sacramento, lo que para muchos es un capítulo en la vida que se sucede por tradición familiar o por integración social, para muchos jóvenes significa el punto de partida de un camino que no acaba. Los chavales de Santa Ana son un claro ejemplo de esto. «Para nosotros la confirmación lo supuso todo. A partir de ahora queremos trabajar para la Iglesia y eso es algo que hemos descubierto durante la catequesis de la confirmación», afirman los ‘colaboradores’ de Antonio Bernal.

Al párroco de Santa Ana se le ilumina el rostro cuando oye estas palabras. En parte se siente orgulloso porque su trabajo ha podido contribuir en fortalecer este lazo con los jóvenes. «A mí me da exactamente igual que quien entre en esta parroquia sea blanco, negro, lleve el pelo largo, rapado, luzca un piercing en la nariz, en el labio o en la ceja, vista de una forma u otra, sea rubio, moreno o pelirrojo, guapo o feo… Todo eso me sobra; lo importante es que se sienta llamado por esto», explica Bernal.

Durante tres años, los jóvenes hoy confirmados se reunían semanalmente para recibir la preparación adecuada previa a la confirmación. Antonio Bernal recuerda los difíciles momentos vividos durante este tiempo en las catequesis. El párroco se refiere concretamente a las crisis y de dudas por las que algunos de estos jóvenes han atravesado en algún momento de la formación. «Lo hemos pasado mal todos porque han llegado etapas de baches de las que afortunadamente se ha salido fortalecidos. Pero todo esto no es nada anormal. Hay que tener en cuenta que son jóvenes, es decir personas que aún no han llegado a la madurez, que en la calle lo tienen todo y que la tentación está en cada esquina. Pero han salido de esa etapa y han decidido no abandonar la Iglesia y eso, la verdad, es motivo de profunda felicidad».

¿Qué significan colaborar con la parroquia? Pues verán. Mientras unos deciden convertirse en catequistas de la parroquia para formar a otros jóvenes en el sacramento de la confirmación o la eucaristía, otros se encargan de planificar las campañas vecinales de solidaridad, de ayudar al párroco en la vida diaria del templo.

¿Y qué reciben a cambio? Nada que sea tangible. Estos jóvenes están integrados en la Iglesia sencillamente porque quieren. No hay excusas ni caras de póquer si hay que reunirse un viernes por la tarde o un día de verano para planificar el programa de otoño. Es más, acuden a la parroquia con júbilo e incluso llegan los primeros. Este es el espíritu que necesita la Iglesia, dice Juan Pablo II. Cada uno de estos jóvenes pertenece a un grupo de amigos diferente, tienen ‘movidas’ distintas y gustos enfrentados, pero todos ellos son unánimes en algo. «En la Iglesia no cobramos, pero a nosotros eso nos da igual. Podemos asegurar que la satisfacción interior que deja esto no la ofrece ninguna oenegé, por ejemplo».

Raquel Benjumeda
Diario de Jerez, 6.7.03

Para hacer

  1. Hemos reproducido este testimonio por haber aparecido en un medio de comunicación. Lo que aquí se dice sucede en otros muchos sitios ¿Sí?
  2. La entradilla decía: “Jóvenes de la Diócesis de Jerez deciden, tras recibir la confirmación, compaginar novio, el sábado y la universidad con la casa de Dios”. ¿Cómo actuamos nosotros?
  3. ¿Es fácil que la Iglesia sea una más en la pandilla? ¿Qué podemos hacer para ello?

 

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