La erotización de la infancia

1 noviembre 2008

Ansiedad, depresión, anorexia, bulimia… es el precio que pueden pagar las menores por «jugar» a potenciar su atractivo sexual. La asociación de psicología americana acaba de publicar un extenso documento en el que denuncia una tendencia sexualizadora que capta a población cada vez más joven.

Alarma: Las pequeñas de la casa ahora se empeñan en tener el tipo de Beyoncé, bailar como Shakira, vestir ‘tops’ y minifaldas que dejen su ombligo al aire y se preocupan por cuándo sus padres les darán permiso para hacerse un tatuaje, un ‘piercing’ y un aumento de mamas que les permita volver locos a los chicos. La erotización infantil, además de estar robando la niñez, eleva el riesgo de problemas psíquicos y físicos a medio y largo plazo. Los trastornos de la conducta alimentaria y los complejos estéticos debutan antes. Enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados están repuntando a causa de conductas inmaduras. Los psiquiatras y psicólogos infantiles tienen las consultas llenas de niñas deprimidas por el tamaño de su pecho o porque los chicos no les piden salir. Todo contribuye a perpetuar la situación de inferioridad de la mujer con respecto al hombre y a que crean que sólo a través del sexo serán válidas como personas.

Erotización: La ropa, los juguetes, los cosméticos, los videojuegos, las películas, los personajes de ficción, los dibujos animados y los medios de comunicación dirigidos a los más pequeños de la casa (en torno a los cuatro años) ya empiezan a hacer énfasis en los atributos eróticos, fundamentalmente de las niñas, y del rendimiento personal que se le puede sacar al atractivo sexual. En definitiva, la sexualidad acaba por excluir a otros aspectos de la personalidad y se convierte en el único parámetro válido para juzgar la valía de un individuo. Las niñas asumen que la mujer es un objeto sexual y que será valiosa en la medida que sea atractiva para el varón. Éste a su vez, es empujado a reafirmarse en su rol machista.

Depresión: En los últimos 20 años las inquietudes y preocupaciones de las chicas giran en torno a su aspecto físico, que se convierte en el eje de su autoestima y superación personal. El hecho de no alcanzar estos objetivos provoca insatisfacción, ansiedad y depresión o actitudes depresivas a unas edades cada vez más tempranas, y favorece que se descuiden otras habilidades y áreas de desarrollo intelectual y personal.

Complejos: Los medios de comunicación proponen un canon de belleza irreal caracterizado por una delgadez extrema y unas medidas imposibles: Barbies de medidas imposibles, muchas heroínas de videojuegos o personajes de dibujos animados incompatibles con cualquier movimiento, muñecas Bratz maquilladas, con el pelo teñido de colores estridentes y minifalda o pantalones ajustados, botas de plataforma y cuerpo tatuado y anillado…

Trastornos físicos: Los denodados intentos por conseguir estos ideales han arrastrado a muchas adolescentes a la anorexia y la bulimia clásicas, pero los la edad media de inicio de los trastornos alimentarios ha bajado (ahora se sitúa en torno a los nueve años), y muchas niñas tienen trastornos intermedios: no encajan en ningún problema concreto a la perfección, pero tienen rasgos de varios de ellos. En realidad, estas chicas son víctimas de la cultura de la rapidez. «Lo quieren todo ya». En resumen, el hecho de que una niña pase por quirófano para arreglar una supuesta imperfección estética conlleva riesgos psicológicos, dado que estas conductas son adictivas y fomentan la insatisfacción perpetua, y físicos, ya que su cuerpo todavía no ha terminado de formarse y, en consecuencia, los resultados definitivos de la cirugía pueden ser imprevisibles.

¿Qué pueden hacer los padres?

  • Interesarse. Estar al tanto de las revistas que leen sus hijos, de los programas que ven, de la música que oyen y de las webs que visitan. Si el contenido no les parece adecuado, han de hablar de ello y escuchar lo que ellos tienen que decir al respecto.
  • Aprovechar lo cotidiano. Ver la tele con ellos y ejercer la crítica de las actitudes que no se consideran correctas, así como los motivos.
  • Hablar. Ser explícitos y claros y explicar por qué ciertos programas, prendas de vestir o complementos no son adecuados. Proponer o ensalzar lo positivo.
  • Comprender. Ayudar a las pequeñas a escoger acertadamente dentro de las tendencias y recordarles que ellas serán lo que quieran ser y que eso es más importante que el aspecto externo que exhiban.
  • Animar. Tratar de encauzar a las crías hacia actividades que hagan énfasis en el talento y en otras habilidades diferentes a la mera estética.
  • Educar. Hablar de sexo con los hijos con naturalidad, sin tabúes y encuadrando la sexualidad dentro de una vida saludable, íntima y, sobre todo, madura y satisfactoria.
  • Ser realistas. Es necesario que las niñas sepan que las muñecas, los dibujos animados, los personajes de los videojuegos y lo que ven en la mayoría de los anuncios publicitarios no es real.

 

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