El origen
Esta imagen de Alfonso Méndez apareció en el fenecido diario YA el 2 de julio de 1987, o sea, ya hace más de 25 años, e ilustraba un artículo centrado en los impuestos sobre la Renta. El personaje que aparece era muy reconocible: se trata de Joseph Borrel, que entonces era secretario de Estado de Hacienda. Como tal, luchó especialmente contra el fraude fiscal y fue conocido por ello. Ahora ya nadie le reconocería con esa imagen de corte juvenil y no es necesario partir de ello. Se puede universalizar y centrarnos en la lucha del caballero (aunque sea muy actual: lleva gafas) con el dragón, que siempre acecha.
La referencia
La imagen remite a la figura de san Jorge que, montado sobre un caballo blanco, alancea al dragón bajo la mirada de una doncella que contempla a cierta distancia la escena, en posición orante, rezando por el triunfo de su liberador. En la tradición cristiana, san Jorge es el gran vencedor del dragón: aparece como el matador por excelencia del monstruo infernal. Se dice que san Jorge fue un soldado y un tribuno romano que combatió en el Próximo oriente, en Siria y Palestina, donde fue martirizado a manos del gobernador Daciano por haberse negado a realizar el sacrificio a los ídolos que éste le exigía. Pero la leyenda cuenta que, recorriendo el Norte de África a lomos de su caballo blanco, llegó a una región de Libia donde las gentes vivían aterrorizadas por un dragón que habitaba en una caverna próxima a un lago pantanoso. Para aplacar la furia del dragón, los habitantes de la comarca tenían que ofrecerle cada día un joven, una doncella o un niño, que era elegido por sorteo y que era entregado a la bestia. Así habían perecido cientos de víctimas. Y, cuando tocó el turno a la hija del Rey, llegó san Jorge a la zona donde el dragón tenía su morada, Jorge divisa la mole que se avanza hacia él, lanzando al aire furiosos rugidos y haciendo espantosas contorsiones, lleno de ira por al aparición de quien teme es su rival que viene a arrebatarle la codiciada presa. El caballero se cala el yelmo, enristra la lanza y galopa contra el reptil. Le asesta un tremendo lanzazo que hace que el dragón se retuerza en espantosos alaridos. Pero el dragón se agita con violencia y quiebra la lanza. Con su espada, Jorge asestará el golpe definitivo al dragón, que se queda sin fuerzas para seguir peleando y que se rinde a sus pies.
La lucha contra el dragón se pierde en la noche de los tiempos y es un motivo universal y de raíces milenarias que figura como elemento central en la cosmovisión y la iconografía de casi todas las culturas tradicionales: el paladín de la luz lucha –y vence–a la bestia abisal. En el fondo, todos nosotros hemos de luchar –y vencer– al dragón, ese ser monstruoso que amenaza la vida de los seres humanos.
La imagen
- Vemos la imagen… ¿De qué va?
- ¿Qué sucede ahí?
- ¿Qué nos recuerda?
El personaje
- El personaje parece jovial… ¿Por qué?
- Y parece también joven… Y moderno (gafas de la época). ¿En qué me parezco a él?
- Parece un hombre. ¿Haría una mujer las mismas funciones?
- Porque ¿qué hace ese personaje?
- El personaje va bien pertrecho: lleva armadura, escudo y lanza… ¿Es eso suficiente?
La armadura
- La armadura nos protege, pero también imposibilita nuestro crecimiento… ¿Cuál es nuestra experiencia?
- ¿Cuáles son nuestras armaduras que nos protegen o nos ayudan?
- ¿Cuáles son las que me impiden crecer o ser yo mismo?
El escudo
- El personaje se protege con un escudo… Divido en cuatro partes, son iguales dos a dos…
- ¿Cuál y como sería nuestro escudo? Dibujamos un escudo con los cuatro apartados, en los que podamos reflejar diversos aspectos de nuestro vida: lo que fuimos, lo que somos, lo que queremos ser, lo que soñamos con ser pero quizás no lo alcancemos…
La lanza
- El personaje lleva una lanza… que parece usada: acaba de matar al dragón…
- ¿Cuáles son nuestras lanzas? ¿Qué armas tenemos para vencer aquello que no nos deja ser nosotros mismos?
El dragón
- El dragón está malheridoy vencido… ¿Cómo mantenemos a raya a quienes son un peligro para nosotros, como el dragón…?
- Está sometido, pero parece que no está vencido del todo… ¿También nos pasa eso en nuestra vida?
Herminio Otero