Nuestras contradicciones

1 septiembre 1997

[vc_row][vc_column][vc_column_text]– ¿Tengo un hijo habitual? (Carta a «El Mundo)

 

Tengo un hijo joven y piensa que siempre tiene razón. Está en perpetuo conflicto. – Forma parte de un grupo pacifista y es capaz de partirle la boca a los violentos.

– Tiene buen corazón y colabora contra el hambre en el mundo pidiéndome dinero de vez en cuando para comprarse cosas en tiendas de Manos Unidas y contribuir así a equilibrar la balanza económica Norte-Sur.

– Es un declarado amante de lo ecológico y para ello organiza excursiones a la montaña en sus atrona­doras motocicletas.

– Aboga por la igualdad de los sexos y no se considera machista, no obstante, no le tolera a su novia que lleve minifalda.

– Es un moderno, pero lleva los pelos y las barbas como mi bisabuelo.

– Y lo más curioso es que, ilusionado, dice que hará un montón de cosas en cuanto se independice; pe­ro no hay manera humana de que se vaya de casa, se pasa las horas muertas en su habitación, sin buscar trabajo ni ocupación, con la música a todo trapo, respetando el derecho que asiste a los pa­dres a mantenerle y a colaborar como buen anfitrión al mantenimiento gastronómico de sus amigos.

 

José María Calvo Hervás

«El Mundo», 22.7.97

 

PARA HACER

Dos textos distintos (un chiste y una carta al director) para una misma realidad: nuestras contradicciones, ya sean de adultos (padres o educadores) o de los jóvenes.

– ¿Cuáles son esas contradicciones y en qué consisten?

– ¿Cuáles son las causas? ¿Qué nos hace caer en ellas?

– ¿Qué soluciones podemos aportar?

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