¿ONGD?

1 junio 1997

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Las llamadas «Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo» han proliferado en los últimos tiempos en Europa, y muy especialmente en España. Como suele suceder en estos casos, algunas no reúnen los requisitos que cabría esperar, lo cual sirve de coartada a quienes miran con prevención cualquier actuación desinteresada, para concluir que en el fondo son una tapadera y exigir su reducción a siete u ocho potentes y controlables. Se elimina así una rica diversidad, que es indispensable para atender a distintos frentes y permitir que la solidari­dad se exprese de diversas formas.

Buena es, pues, la iniciativa emprendida por las propias ONGDs de elaborar un código de conducta, del que existe ya un borrador, y que les permitirá identificarse sin necesidad de que lo hagan desde fuera. Tras un diálogo fecundo con algunos de sus miembros, una propuestas conjuntas podrían hacerse por colaborar en su redacción:

 

– Cambiar el absurdo nombre «ONGs» por «organizaciones cívicas», o algo similar. En caso contrario, parece que las gubernamentales son las serias, y las otras, sus aprendices. Una identidad no se expresa por lo que no se es, y estas organizaciones se identifican por surgir de la sociedad civil.

– Denominarlo «código ético» y no «de conducta», ya que viene orientado desde el comienzo por valores éticos, y no por reglas de urbanidad.

– Evitar tanto el mercantilismo como el burocratismo. Hay empresas que desean hacer nego­cio a cuenta de la «ayuda al desarrollo», y burócratas felices con la idea de coordinarla, con­trolarla y regularla desde su despacho.

– Eludir una politización que lleve a elegir representantes, cuando lo esencial es la participación de los miembros.

– Insistir en que un código ético no es un instrumento para tipificar delitos y amenazar con sanciones, sino una reflexión sobre la propia identidad, hecha por quienes apuestan por la solidaridad con los desfavorecidos y quieren controlar la calidad de su servicio. Quienes no asumen esa identidad, se desmarcan.

– Difundir ese código, como también el de «Imágenes y mensajes a propósito del Tercer Mun­do» de 1989, para crear conciencia de que es preciso escuchar a los afectados, consultar a los presuntos beneficiarios, cuando se trata de cooperar.

Adela Cortina

PARA HACER

  1. ¿Cómo funcionan lasoenegésqué conocemos? Analizarlas a raíz de estas propuestas.
  2. Aplicar a cada uno lo que dice la autora: ¿Cómo va nuestra sensibilidad ante él volunta­riado? ¿Qué hacemos, qué tendríamos que hacer y cómo tendríamos que hacerlo?

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