Será que soy Joven

1 noviembre 2008

 Joven es, de momento, adjetivo y sustantivo; quizá para los tópicos lo haga divertido: gente joven, espíritu joven, moda joven… Jóvenes solidarios, jóvenes perdidos, sueños de juventud… Ahora, ser joven es tanto rebeldía, espontaneidad, búsqueda como una mezcla de incoherencia y ganas, fuerza, riesgos, fragilidad, sinsentidos e inquietudes. Creo que poco o nada de esto tiene que ver con la edad sino mucho con el humor y la alegría, ese espíritu, joven, que inunda cada instante, que crea ataduras elegidas y plenas, que hace de la rutina una vida intensa y emocionante.

Si Borges, mal atribuido por cierto, fuese joven de nuevo andaría descalzo al llegar la primavera y seguramente arrojaría el móvil por la ventana y con él los tópicos absurdos. Aunque también hay tópicos divertidos que son los que se cumplen en uno mismo: Quién no se ha querido comer el mundo, quién no ha dicho: “¡Esto es un asco!”; quién no ha bombardeado con música a sus vecinos. Hemos sido rebeldes sin causa, autistas y veletas, anárquicos más que anarquistas, ladrones de madrugadas, especialistas en riesgos y locuras, enamoradizos del desengaño, víctimas del grupo que nosotros mismos creábamos. Ahora que contamos varios agostos hemos crecido para reírnos de nosotros mismos y ver cuánto nos parecemos a nuestros padres a quienes tantas cosas criticamos.

Si joven fuese verbo, por ejemplo, de la primera conjugación como jovenear, me recordaría otros infinitivos con los que rimamos los jóvenes de hoy en día, como estudiar, viajar o copetear, y otros como buscar-sin-encontrar, preguntar qué ocurre alrededor y no quedar impávido, aburrido y tibio.

Joveneamos un poco de todo, algunos se jovenean, con el reflexivo, porque no alcanzan nada más allá de su egoísmo. Sería un verbo más amable perteneciendo a la segunda conjugación: jovener, aunque suene extraño; se conjuga como aprender. Especialmente aprender la paciencia necesaria para aprender, para escuchar, porque somos impacientes, cada vez un poquito más. Duele tanto la cultura del ¡YA!. “Si yo dispusiera de cincuenta y tres minutos caminaría suavemente hacia una fuente”, decía El Principito.

Quizá una buena pérdida de tiempo sería aprender a amar, jovener a amar para no ser campana que suena ni platillo que retiñe.

Aunque sin duda, si joven fuese verbo me gustaría de la tercera: jovenir, porque se conjuga igual de fácil queporvenir, que tampoco es verbo pero igual se imagina Yo jovendría mañana antes del atardecer en alguna orilla desierta, en algún parque tranquilo, o también, recuerdo estos buenos días en los que ella jovenía conmigo y éramos, sencillamente, felices.

Me ha vuelto a suceder, me piden algo sobre los tópicos y sucede que las cosas, y algunas cosas que no son cosas, me entretienen y dejo para más tarde hablar sobre ello, siempre para un poquito más adelante… Será que soy joven. Hoy se me hizo tarde, quizás para la próxima.

M.Aparicio

pastoralsj.org

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