A los gobernantes
A vosotros toca ser sobre la tierra los promotores del orden y de la paz entre los hombres… La Iglesia no os pide más que libertad: la libertad de creer y de predicar su fe, de llevar a los hombres su mensaje de vida. Dejad que Cristo ejerza su acción purificante sobre la sociedad. No lo crucifiquéis de nuevo….
A los hombres del pensamiento y de la ciencia
Continuad buscando sin cansaros, sin desesperar jamás de la verdad… Pensar es ante todo un deber; desgraciado aquel que cierra sus ojos a la luz. Pensar es también una responsabilidad… Os ofrecemos la luz de nuestra lámpara misteriosa: la fe. Nos la confió el único que dijo y pudo decir: Yo soy la luz del mundo, yo soy el camino, la verdad y la vida.
A los artistas
A vosotros, que estáis prendados de la belleza y que trabajáis por ella. Poetas, hombres de letras, pintores, escultores, arquitectos, músicos, hombres del cine y del teatro… Este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, es quien pone la alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste la usura del tiempo, que une las generaciones….Sois los guardianes de la belleza en el mundo
A las mujeres
Las mujeres, sois la mitad de la inmensa familia humana… Vosotras, las mujeres, estáis en el misterio de la vida que comienza… Reconciliad a los hombres con la vida. Detened la mano del hombre que en un momento de locura puede destruir la civilización humana… A vosotras toca salvar la paz del mundo.
A los trabajadores
La Iglesia conoce vuestros sufrimientos, vuestras luchas, vuestras esperanzas; aprecia las virtudes que ennoblecen vuestras almas: el valor, la dedicación, la conciencia profesional, el amor a la justicia; reconoce los inmensos servicios que hacéis al conjunto de la sociedad.
A los pobres, a los enfermos, a todos los que sufren
Cristo no suprimió el sufrimiento y tampoco ha querido desvelar enteramente su misterio. Él lo tomó sobre sí, y eso es bastante para que comprendamos todo su valor. Tened ánimo, sois los preferidos del reino de Dios, el reino de la esperanza, de la bondad y de la vida; sois los hermanos del Cristo paciente, y con él, si queréis, salváis el mundo.
A los jóvenes
Es para vosotros los jóvenes, sobre todo para vosotros, por lo que la Iglesia acaba de alumbrar en su Concilio una luz, luz que alumbra el porvenir.
La Iglesia está preocupada por esta sociedad, para que respete la dignidad, la libertad, el derecho de las personas, y esas personas son las vuestras.
En el nombre de Dios os exhortamos a ensanchar vuestros corazones a las dimensiones del mundo, a escuchar la llamada de vuestros hermanos y a poner a su servicio vuestras energías. Luchad contra todo egoísmo. Negaos a dar libre curso a los instintos de violencia y de odio, que engendran guerras y todo su cortejo de males. Sed generosos, puros, respetuosos, sinceros…
Para hacer
¿Qué sabemos del Concilio Vaticano II, que comenzó hace 50 años? ¿Qué hemos oído de él?
¿Qué nos llama la atención de estos Mensajes del Concilio? (Téngase en cuenta que aquí se reproduce solo un fragmento de todos ellos.)
¿Cómo los estamos viviendo hoy?
¿Qué podemos hacer para vivirlos mejor?
Nos centramos especialmente en el mensaje a los jóvenes. ¿Qué nos dice?