¿Surfeas o buceas?

1 junio 2009

A partir de este mismo título, Moonmusike se preguntaba recientemente en pastoral.sj, esa estupenda página de pastoral juvenil que siempre recomendamos visitar y seguir de cerca: “¿Hablas o actúas? ¿Miras o ves? ¿Oyes o escuchas?”

Esas mismas preguntas podemos hacernos nosotros y hacérselas a los jóvenes con quienes caminamos. Y juntos podemos ver lo que allí se decía:

 Entendemos como forma de vida elegir caminos que nos hacen pensar que dirigimos nuestro propio destino, para vivir de una manera diferente y menos trivial.
Hasta aquí todo parece correcto. ¿Dónde puede estar la trampa? Quizá disfrazada de que esto o lo otro lo hago “porque soy muy libre”, “porque las cadenas no me gustan” (ciertamente a nadie) o por la engañosa idea de que una mochila no debe llevar peso, cuando en la vida las historias importantes pesan, que para eso son nuestras historias, para eso las hemos vivido.

Veo a mi alrededor con tristeza a personas que gustan el ir surfeando por la vida. Porque los expertos del surf hablan de un estilo de vida distinto, de búsqueda de velocidad, de sensaciones fuertes mientras dura la ola. Alguno incluso reconoce haberse encontrado a sí mismo a través del surf.

Pero la ola, como las sensaciones fuertes, dura poco. Es como andar de puntillas, quedarse en la superficie de las cosas sin adentrarse más, no vaya a ser que se quemen. O se ahoguen. Y lo más penoso, olvidan pronto, siempre en pos de encontrar una nueva ola que les libere de sí mismos…

Me da pavor toparme con personas incapaces de emocionarse con su pasado, que miran siempre hacia delante, con una memoria selectiva impresionante y una capacidad de resetear aún más alucinante. Y confiando en que la próxima ola será mejor, van picando de allí y de allá (que la vida es como es y hay que resignarse), y sí, hay armonía mientras las condiciones son perfectas… pero ¡¡¡ay si no lo son…!!!

Queremos vivir experiencias, cuantas más mejor, queremos entrar a formar parte de mil historias, mil nombres, mil aventuras… Eso está muy bien, pero, ¿realmente las abrazamos, nos quemamos en ellas, nos gastamos? ¿O sólo las sorteamos, como quien coge una ola?

En esta reflexión se hacen muchas preguntas que también nosotros podemos responder como educadores. Y sobre todo son preguntas que también pueden y deben responder los jóvenes. En el mar agitado de los tiempos actuales, hemos de encontrar el modo de hacer que se las planteen. Y podemos ayudar a encontrar la respuesta adecuada que se transforme en vida.

Cuaderno Joven

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