Quién más y quién menos ha escuchado hablar de la exhortación postsinodal Amoris Laetitia del Papa Francisco. Y es que son muchas las charlas, formaciones, reseñas, noticias… que estamos recibiendo sobre esto.
Algunos piensan que se ha puesto de moda en la Iglesia tematizar cada año -el año pasado la Misericordia, este la Familia, los que vengan los Jóvenes (que va a ser el tema del próximo sínodo)…- y que no podemos dedicar el tiempo que desearíamos a nuestra labor salesiana por tener que trabajar estas “ocurrencias” del Papa. Pero no podemos caer en la trampa de pensar que lo que está ocurriendo en la Iglesia y nuestra labor son dos cosas que no tienen nada que ver.
El Rector Mayor ha pedido a la Familia Salesiana y al Movimiento Juvenil Salesiano que acojamos cordialmente la doctrina de la exhortación Amoris Laetitia, y cuando uno se pone a interesarse por ella se da cuenta de que puede ser interesante e incluso operativa en nuestra tarea con los jóvenes.
La familia ha sido en muchos casos la “olvidada” en nuestras presencias y ambientes. En los momentos en que los números de participantes en nuestras actividades eran muy significativos, no se nos ocurría contar con ellas. Desde hace unos años, ante el descenso de participantes o la falta de implicación de nuestros jóvenes en diversas actividades, ha surgido la acertada intuición de que no podemos trabajar con los jóvenes en solitario, que otros ámbitos importantes como sus familias debían tener también cabida en nuestros proyectos educativos. Las familias son nuestro aliado.
Muchas veces pensamos que las familias son aquellas que “aparcan” a sus hijos con nosotros para tener un ratito libre y se desentienden de lo que hacemos. No nos damos cuenta de que sin las familias nuestros jóvenes no hubieran ido al Campobosco; que el decorado del musical fue realizado por ellas; que son las que despiertan a muchos de nuestros chavales para que acudan a la eucaristía dominical; que con el “vaya curro” o “gracias” que nos dicen están valorando nuestro trabajo; que muchos de los animadores, catequistas, educadores, profesores… de nuestros ambientes son familiares de los jóvenes de la casa… ¡Qué haríamos nosotros sin la colaboración de las familias!
El Papa a lo largo de toda la exhortación va dando pistas en el camino que debemos seguir en el trabajo con las familias de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Las actitudes que más se repiten son las de Acoger, Acompañar, Discernir e Integrar, no muy alejadas de las actitudes que nuestro fundador tenía con los jóvenes que se convirtieron en su familia.
No tengamos miedo de contar con las familias de nuestros destinatarios. Y al que tenga miedo a las críticas o a que se metan donde no les llaman mi última frase: “Siempre será mejor que nos critiquen desde dentro, que por desconocimiento”.
IVÁN POZA MALDONADO / Coordinador MJS – SSM