De la oración a la acción
Maestro, hemos estado toda la noche faenando sin pescar nada,
pero puesto que tú lo dices, echaré las redes. (Lc 5, 5)
Señor, desde la orilla de mi vida
escucho una, dos, cientos de veces, tu Palabra,
mas cuando entro mar adentro
mis redes capturan miedos, desilusiones, fracasos…
Señor, desde la orilla de mi vida
tu Palabra faena en mi corazón,
mas cuando entro mar adentro
tu Palabra y mis palabras… ¡cuán diferente son!
Señor, desde la orilla de mi vida
tu Palabra me habla de amor, de paz, de fraternidad…
mas cuando entro mar adentro
mis redes sacan odio, violencia, desilusión…
Señor, desde la orilla de mi vida
siento cómo tu Palabra da sentido a mis palabras,
mas cuando entro mar adentro
mis redes se rompen por el peso de mis palabras sin rumbo y sin timón.
Señor, desde la orilla de mi vida
tu Palabra me invita a echar las redes,
mas cuando entro mar adentro
mis palabras olvidan, una y otra vez, tu Palabra.
Señor, desde la orilla de mi vida
quiero remar mar adentro y echar las redes,
y hacer señas a los cercanos y gritar a los lejanos:
“¡Mirad, mis palabras se han prendado de la Palabra!”
Sí, Señor, me adentraré mar adentro,
cruzaré la puerta de la orilla de mi vida
y, juntos, mis palabras y tu Palabra,
faenarán en pos de un mundo mejor.
J. M. de Palazuelo