- Cuida la alimentación: una comida equilibrada es vital para evitar los efectos de la fatiga.
- Conócete a ti mismo e integra tus diversas facetas para que la lucha entre la realidad del yo y la realidad de lo que quisieras tener no genere ansiedad ni cause una sensación de fracaso permanente.
- Relativiza al máximo los acontecimientos. Así disminuirá la ansiedad ante las preocupaciones de cada día.
- Genera nuevas ilusiones. Cuando despiertes, piensa cada mañana que el nuevo día puede aportarte algo interesante.
- Date cuenta de las actividades y situaciones que generan un exceso de responsabilidad y abandónalas o sustitúyelas por otras, pues aquéllas se convierten en una trampa y te bloquean, ya que hacen que rindas menos debido al agotamiento del compromiso.
- Valora tus posibilidades reales y aprovecha los medios de que dispones.
- Frente a la rutina, sé creativo e improvisa. La improvisación te permitirá descubrir lo que realmente te apetece y tomar conciencia de que no estás condicionado en todo lo que haces.
- Enfréntate a lo que te angustia y aumenta tu capacidad para resolver problemas convirtiéndolos en oportunidades.
- Acepta que puedes cometer errores. Sólo no puede cometer errores quien no toma ninguna decisión, es decir quien elude toda responsabilidad.
- Sobre todo y ante todo, vive siempre con ilusión.
Para hacer
1. Este decálogo, dirigido inicialmente a adultos, puede servir también para los jóvenes y, adaptado, incluso para los niños, entre quienes también abunda cada vez más el estrés. Hágase. 2. Antes de nada, ¿qué nos produce a nosotros estrés? ¿Qué nos preocupa, qué nos angustia…? 3. Concretar entre todos cómo llevar a cabo cada uno de los puntos. |