¿Y si hacemos… Una macedonio?

1 abril 1998

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Nadie es una isla, cerrado en sí mismo. Cuando un trozo de Europa lo arranca el mar, toda Europa queda disminuida. Somos continentes, por eso nunca preguntes: ¿por quién doblan las campanas?… ¡Doblan por ti!

 

GABRIEL MARCEL

 

Primera parte

 

Has leído la parábola del Vergel de la página anterior. Ahora te toca a ti pen­sar y definirte. Si queremos hacer una macedonia, tenemos que recoger frutas. Necesitamos conocer la calidad de cada una, su riqueza, su jugo…

Y tú…

 ¿En qué fruta te reconoces mejor?

– Cada uno somos una fruta: descubrir­se como fruta con todas las caracterís­ticas que yo tengo.

– Ver cómo se vive en soledad: ¿Somos capaces de vivir «solos», como cada uno somos?

-¿Qué enfermedades, qué madurez, qué gusto… tiene mi fruta? ¿Por qué?

 

¿Qué reconoces en esa fruta que exprese algo de ti?

-¿Cómo es tu cáscara?

– ¿Qué esconde dentro?

– ¿Cómo es tu jugo?

– ¿Qué siente dentro esa fruta?

–          Qué miedos e inquietudes oculta?

 

Segunda parte

 

  • Objetivo

Hay que partir la fruta; descubrir el dolor de partirme para unirme a los otros; «ver» la experiencia que tengo que partirme…

– ¿Me parto o me echo entero para que lo demás no se mezcle conmigo…?

–          ¿El amargor de mi gruta da amargor a todo el conjunto?

 

 

Tercera parte

 

  • Objetivo

Comparar la macedonia con el grupo: ver los defectos de fabricación; de dónde le viene la calidad; de dónde el sabor y cuál es, en fin, la vida de la macedonia.

  • Para elaborar la «gran macedonia» –¿Qué hacer si no hay fruta?

– ¿Qué hacer si echamos las frutas ente­ras?

–          ¿Dónde está la diferencia de cada ma­cedonia?

 

 

«JUVENILES» DEL «PAN BENDITO» (Madrid).

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