Quiero decirle a Jesús, como los discípulos:
«¿Señor, dónde voy a ir? Sólo Tú
tienes palabras de vida eterna».
Quiero decirle a Jesús, como el Centurión:
«Señor, no soy digno de que entres en mi casa;
pero di una sola palabra y mi alma quedará sana».
Quiero decirle a Jesús, como Tomás:
«Señor mío y Dios mío».
Quiero decirle a Jesús, como los apóstoles:
«Señor, enséñanos a rezar».
Quiero decirle a Jesús, como Pedro:
«Señor, Tú lo sabes todo y sabes que te quiero».
Quiero decirle a Jesús, como el padre del epiléptico:
«Creo, Señor, pero aumenta mi fe».
Quiero decirle a Jesús, como los apóstoles en la barca:
«Sálvanos, que nos hundimos».
Quiero decirle a Jesús, como los discípulos:
«Maestro, dónde vives».
Quiero decirle a Jesús, como el ciego»:
«Señor, que vea».
Quiero decirle a Jesús, como el publicano:
«Señor, ten compasión de mí, que soy un pecador».
Quiero decirle a Jesús, como la samaritana:
«¿Por qué me pides de beber a mí?».
Quiero decirle a Jesús, como la samaritana:
«Dame de tu agua para que nunca más tenga sed».
Quiero decirle a Jesús, como el leproso:
«Si quieres puedes limpiarme».
Quiero decirle a Jesús, como el joven rico:
«¿Qué tengo que hacer para poseer la vida eterna?».
Quiero decirle a Jesús, como Pedro cuando se hundía en las aguas:
«Señor, sálvame».
Quiero decirle a Jesús, como los pescadores:
«No hemos pescado nada en toda la noche,
pero en tu nombre echaremos las redes».
Quiero decirle a Jesús, como el buen ladrón:
«Acuérdate de mí».
Quiero decirle a Jesús, como la Madre de Dios:
«Estoy agradecida y feliz porque has hecho en mí maravillas».
Quiero decirle a Jesús, como la Madre de Dios:
«Hágase en mi según tu volundad».
Quiero decirle a Jesús, como la Madre de Jesús:
«No tienen vino».
Quiero decirle a Jesús, como la Madre de Dios:
«¿Por qué me has hecho esto?».
Quiero decirle a Jesús, como los de Emaús:
«Quédate con nosotros».
JOSÉ SORANDO