[vc_row][vc_column][vc_column_text] Queridos jóvenes del mundo,
nosotros/as jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS), reunidos en Panamá con ocasión de la 34ª Jornada Mundial de la Juventud, queremos compartir con vosotros/as las bendiciones que hemos recibido en estos días especiales y, al mismo tiempo, animaros en vuestro camino, a nivel personal y como MJS.
Hemos tenido la oportunidad de encontrarnos en el Foro Mundial del MJS en la Basílica de San Juan Bosco en Panamá, el miércoles 23 de enero de 2019. Compartimos nuestras experiencias en grupos, recibimos las respuestas del Rector Mayor y de la Madre General a nuestras preguntas y celebramos juntos la Eucaristía. Nos encontramos luego con miles de amigos en la Fiesta Mundial del MJS, donde celebramos la alegría de nuestra fe, según la Espiritualidad Juvenil Salesiana.
Este mensaje es el fruto de nuestras reflexiones, de la oración y del compartir en esta ocasión especial. Puedan estas palabras comunicaros nuestra amistad y cercanía.
La juventud es un don. Es un tiempo precioso de nuestra vida en el que podemos descubrir quiénes somos, nuestros talentos y dones, nuestras debilidades y retos; como también es un tiempo para discernir nuestra vocación, ya sea laical o religiosa. Todos tenemos una misión en nuestra vida. Cada uno de nosotros, individualmente, tiene su camino, pero solamente el caminar juntos nos permite participar en la misión última, el camino hacia Cristo. Jesús también fue joven y, precisamente, con Jesús joven es que estamos en camino.
Se nos dice con frecuencia que somos el futuro de la sociedad, el futuro de la Iglesia. Y, sin embargo, sabemos que ya hoy somos parte de la Iglesia y de la sociedad. Tenemos que tomar la palabra y hacernos sentir, si queremos que nuestra voz sea de verdad escuchada; pero tenemos necesidad de una formación sólida para lograr que nuestras voces no sigan simplemente las modas del momento. Hoy, en muchos contextos, la dimensión institucional de la Iglesia es una cruz que los jóvenes tienen que llevar sobre sus espaldas. Es tiempo de unirnos en solidaridad y asegurarnos de que la voz de los jóvenes sea escuchada en la Iglesia y en la sociedad. Nosotros/as podemos ser la Iglesia que camina “con” los jóvenes y no solamente “para” ellos. ¡Cuánta alegría se experimenta cuando los jóvenes son reconocidos, escuchados, amados y acompañados! Pueda el MJS ser una casa, una familia, un lugar en donde la voz del Espíritu y la voz de los jóvenes son escuchadas.
Don Bosco afirmó, en una ocasión, que la verdadera religión no debe permanecer a nivel de palabras, sino que debe ser puesta en práctica. Lo más importante es llegar a conocer a Jesús y permitirle que sea parte de nuestras vidas. El MJS no es un hobby, un tiempo para el entretenimiento. Formar parte del MJS representa un verdadero compromiso. Requiere salir de nuestras zonas de confort, caminar por las calles, servir a los más necesitados, llegar hasta las periferias. Tal compromiso, además, tiene que ser vivido y compartido en una comunidad. Somos conscientes de que podemos dar forma al mundo en que vivimos. Por tanto, la ecología integral, como la presenta el Papa Francisco en su Carta Laudato Si’, debería hacer parte de nuestros procesos formativos. La ecología integral también implica relaciones justas y reciprocas entre hombre y mujer, el reconocimiento de la igualdad de derechos y oportunidades, especialmente en el campo de la educación, y un trabajo en común. Algunas
veces nos preguntamos: ¿Cuál es nuestra responsabilidad social como MJS? ¿Estamos viviendo la dimensión social de nuestra fe?
Para vivir todo esto y responder a estas preguntas, necesitamos realmente una mayor formación y acompañamiento. Esforzarnos para buscar y requerir mayores oportunidades de formación junto a nuestros hermanos y hermanas de la Familia Salesiana. Pueda nuestra formación en el MJS estar centrada en Cristo, como la Espiritualidad Juvenil Salesiana lo requiere. Tenemos necesidad de Don Bosco, tenemos necesidad de Jesús. Tomémonos el tiempo del que tengamos necesidad, sin sufrir presiones, para orar, meditar y adorar a Dios, mientras discernimos nuestra vocación y misión. Solo de esta manera podremos sentir la alegría que Dios ha puesto en la profundidad de nuestros corazones. ¡La verdadera alegría es mucho más que la felicidad!
Verdaderamente, la alegría no es simple felicidad, sino una corriente subterránea que permea nuestras vidas. La felicidad puede ser un sentimiento pasajero, pero la alegría es eterna. Don Bosco y Madre Mazzarello han vivido con alegría. Ellos le confiaron todo a María y Ella lo ha hecho todo. La alegría se abre paso más allá de la opresión, la tristeza y la rabia. Pueda esta alegría profunda dar alivio a los corazones de los jóvenes de aquellos Países que están viviendo un tiempo difícil de su historia: Venezuela, Nicaragua, la República Democrática del Congo, Corea del Sur, Siria y muchos otros. Deseamos expresar nuestra solidaridad a los jóvenes que están sufriendo y asegurarles nuestra oración.
Los desafíos de hoy requieren jóvenes fuertes que estén dispuestos a afrontarlos. Comprometámonos por lo tanto, como MJS, a formarnos jóvenes que desean hacer realidad los propios sueños, ayudar a los otros, cambiar el mundo a partir del propio contexto local y cotidiano, siguiendo a Cristo con el espíritu de Don Bosco y de Madre Mazzarello. Hay una palabra comprometida que nos espera a cada uno/a de nosotros/as. Digámosla entonces todos juntos con fe: “Hágase en mí según tu Palabra”.
Panamá, domingo 27 de enero de 2019
XXXIV Jornada Mundial de la Juventud
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]